Ciencia con voz de mujer | Por: Roberto Betancourt A.

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La doctora Marie Curie, pionera en el estudio de la radiactividad y la primera mujer en ganar no uno, sino dos premios Nobel, es un símbolo de la lucha del llamado (irrisoriamente) «sexo débil» por superar las barreras que encontraban para alcanzar brillantes carreras científicas. Como ella misma dijo: «Nada en la vida debe temerse, solo comprenderse», por lo que su legado no solo radica en sus descubrimientos, sino también en su capacidad para inspirar a las generaciones futuras con un espíritu optimista y resiliente que ahora sabemos que caracteriza a las mujeres dedicadas a la ciencia.

Según la Unesco, las mujeres representan solo el 33 % del total de investigadores en el mundo, pero en Venezuela, según el Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Oncti), las mujeres representan el 53 % de la fuerza investigadora del país, lo que supone todo un hito que les sitúa muy por encima de la media global. Este crecimiento no solo es numérico, sino que también tiene un impacto tangible en la calidad y el alcance de la investigación.

La diversidad de sexos en los equipos de investigación no solo es una cuestión de equidad, sino también un factor clave para el éxito científico. Estudios publicados en revistas como Nature y Science han demostrado que los equipos diversos, especialmente aquellos con mayor presencia de mujeres, tienden a obtener resultados más ingeniosos y creativos. Esto se debe a que las integrantes femeninas aportan perspectivas diferentes que enriquecen la formulación de problemas y la búsqueda de soluciones.

Un ejemplo destacado es el de la bioquímica Jennifer Doudna, galardonada con el Premio Nobel de Química en 2020 por su contribución al desarrollo de la tecnología CRISPR-Cas9, una herramienta revolucionaria para la edición genética. Doudna también ha promovido el uso ético y responsable de esta tecnología, integrando consideraciones sociales en su investigación. Este enfoque integral es una característica común entre muchas científicas, que combinan un rigor metodológico con una visión amplia de los impactos de su esfuerzo.

El futuro de la ciencia es prometedor, y gran parte de esa vitalidad proviene de la creciente participación de las mujeres. Como dijo Isaac Asimov, «el aspecto más emocionante de la ciencia no es descubrir respuestas, sino formular nuevas preguntas», y las mujeres están haciendo precisamente eso: formular preguntas inéditas y ofrecer soluciones transformadoras en ámbitos tan diversos como la lucha contra la crisis climática o la mejora de la salud global.

En un mundo que afronta desafíos complejos, la inclusión de las mujeres en la ciencia no es solo una cuestión de justicia, sino una necesidad para el progreso. Su capacidad para integrar perspectivas éticas, sociales, culturales y técnicas está generando una ciencia más humana y eficaz. Como sociedad, debemos seguir fomentando esta tendencia, superando barreras y celebrando cada logro.

Finalmente, recordemos al argentino José Ingenieros, quien sentenció que «la ciencia es la brújula que guía a la humanidad hacia el futuro», y que, hoy más que ayer, son las mujeres quienes están adoptando ese papel, guiándonos hacia un mañana más inclusivo, emprendedor e inspirador. Su presencia no solo mejora los hallazgos científicos, sino que también nos recuerda que la ciencia es femenina y, ante todo, una herramienta para edificar un mundo sostenible y lleno de esperanza.

*El autor es Presidente del Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Oncti)

 

Roberto Betancourt A.

@betancourt_phd


 

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