Chips chinos: la ofensiva de EE.UU. no detendrá su auge | Por: Lei Xiangping

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Apenas unas semanas después de que China y Estados Unidos lograran avances en las conversaciones comerciales celebradas en Ginebra, Washington ha vuelto a recurrir a sus estrategias tradicionales de presión y contención tecnológica.

El Departamento de Comercio de EE. UU. publicó recientemente una nueva guía que, invocando supuestas violaciones de los controles de exportación, pretende prohibir el uso global de chips avanzados fabricados en China, incluidos ciertos modelos Ascend 910 desarrollados por Huawei.

Esta iniciativa, de marcado carácter unilateral y proteccionista, contradice abiertamente los consensos alcanzados entre ambos países en el diálogo de alto nivel. Además, perjudica los intereses legítimos de las empresas chinas, altera la estabilidad de las cadenas globales de suministro de semiconductores y limita el acceso de otros países a tecnologías estratégicas. Las críticas no se han hecho esperar: diversos sectores de la comunidad internacional han calificado estas medidas como una expresión más del nacionalismo económico estadounidense.

En un contexto de creciente competencia global por el liderazgo en inteligencia artificial, el valor estratégico de los chips de alta gama se ha vuelto aún más evidente. De la prohibición de exportaciones hacia China, se ha pasado a limitar también las exportaciones chinas al exterior. Es la manifestación más reciente del intento de Washington por extender extraterritorialmente su marco regulatorio y proteger su hegemonía tecnológica.

El objetivo es claro: frenar el progreso tecnológico de China y contener su expansión en sectores clave. Pero esta lógica de suma cero resulta anacrónica. En un mundo interdependiente, la innovación tecnológica se ha convertido en un esfuerzo.

compartido. El propio proceso de fabricación de un chip exige la participación de al menos siete países, casi cuarenta empresas y miles de etapas productivas que atraviesan medio centenar de sectores. Intentar interrumpir esta red global mediante controles unilaterales no solo eleva los costos y obstaculiza la innovación, sino que también afecta negativamente a las propias empresas estadounidenses y a sus consumidores.

Desde dentro de Estados Unidos, varias voces advierten del riesgo de esta deriva. El economista Jeffrey Sachs, profesor de la Universidad de Columbia, ha instado a fortalecer la cooperación tecnológica en lugar de dividir al mundo entre “amigos” y “enemigos”. A su juicio, convertir los avances tecnológicos en herramientas de rivalidad geopolítica socava la estabilidad de las cadenas globales de innovación. Incluso el director ejecutivo de NVIDIA, Jensen Huang, ha reconocido que las restricciones impuestas por su propio gobierno en el mercado chino son “profundamente dolorosas” para la compañía. Según The New York Times, estas políticas están empezando a provocar un efecto bumerán sobre los intereses estratégicos de EE. UU.

Mientras tanto, China continúa ampliando su capacidad científica. En 2024, la inversión en innovación y ciencia superó los 500.000 millones de dólares, la segunda mayor del mundo. El número de investigadores en el país lidera el ranking global por undécimo año consecutivo. El país ha logrado avances notables en campos emergentes como la computación cuántica, el desarrollo de inteligencia artificial con nuevas empresas como DeepSeek y la creciente industria de robots humanoides.

En el terreno de los semiconductores, las cifras contradicen los augurios de contención: en 2024, las exportaciones chinas de circuitos integrados ascendieron a 159.550 millones de dólares, un aumento del 17,4 % interanual; en volumen, se exportaron cerca de 298.130 millones de unidades, lo que representa un incremento del 11,7 %. Estos datos revelan un cambio paulatino en el equilibrio de poder de la industria global de chips.

Como reza un viejo dicho: “No hay que apagar la luz del otro para lograr que brille la nuestra”. Estados Unidos haría bien en revisar sus políticas, respetar las normas internacionales y aceptar que el desarrollo tecnológico no puede ser monopolizado por una sola potencia.

 

Lei Xiangping

ÚN.


 

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