Chevron, otras más, aranceles y Esequibo | Por: Werther Sandoval

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El permiso para la reactivación de actividades dado por Donald Trump a la petrolera estadounidense Chevron, abre la posibilidad para que otras empresas internacionales del sector hidrocarburos exijan similares licencias para actuar en Venezuela y dificulta concretar la amenaza de aplicar un arancel de 25% a los países que compren petróleo a Pdvsa.

Antes de continuar el lector debe apreciar que en el trasfondo de esta decisión se encuentra el implícito reconocimiento de la Casa Blanca al Gobierno Bolivariano y a su presidente Nicolás Maduro, lo cual conduce a EEUU a poner en práctica relaciones que, de acuerdo al contexto político, podrían desarrollarse o debilitarse. Pero existen.

En todo caso, al ser Venezuela un país de altísima importancia geopolítica, energética, ante la fortaleza política del Gobierno Bolivariano, medida por su mejor indicador, la paz, a la Casa Blanca se le hace inevitable negociar acuerdos que tiendan a beneficiar a ambos países. Y ojo, como frente a los vaivenes y bipolaridades de Trump toda decisión es reversible, es posible que lo anunciado se desvanezca e, incluso, no suceda ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario.

No obstante, por ahora los indicios apuntan a que, en el Estado profundo que manda detrás de la Casa Blanca, donde están los tanques pensantes, think tank, la balanza se inclina por favorecer la presencia del poderoso sector energético en Venezuela, y por varias razones.

Tanto el enviado especial de Trump para las relaciones con Venezuela, Richard Grenell, como el CEO de Chevron, Mike Wirth, en repetidas ocasiones han expuesto la tesis de que salirse de la Patria Bolivariana significa abrir espacios de participación a otros países en la mayor reserva petrolera del mundo, 304.000 millones de barriles, como China, Rusia e Irán, calificados de hostiles por la Casa Blanca.

Pues sí. Están en lo cierto. El presidente Nicolás Maduro ha invitado en reiteradas ocasiones, en el marco de las leyes y normas, a las empresas estadounidenses a invertir en Venezuela, pero ante sus reticencias sucede lo que pasa en el amor, la geografía y la política: espacio que no se ocupa, lo ocupa otro.

Sobre su dominante ideología motivada por el mercantilismo y la ansiedad crematística, Trump dejó a un lado las sugerencias de su secretario de Estado, Marcos Rubio, y optó por la estrategia de Grenell, quien muestra actuaciones con Venezuela peligrosamente más inteligentes y dotadas con mayor visión de largo plazo.

De hecho, un enfoque no dicho por Grenell es que aun cuando el petróleo venezolano representa alrededor de 4% del total de las importaciones de crudo de EEUU, el haber decidido autorizar a Chevron indica que, hacia el futuro, los gringos necesitan y necesitarán, aunque importen poco, el pesado mene venezolano. Esta decisión tiene el trago amargo de hacer presumir eventos que demandarían diversas y mayores fuentes energéticas, más cuando se aprecia recrudecimiento bélico del sionismo y la Otan contra los pueblos del ya no tan lejano oriente, léase Palestina, Líbano, Siria, Yemen, China, Rusia e Irán.

Chevron viene con ganas. En apenas un año, 2024, las cuatro empresas mixtas donde participa la petrolera habían elevado sus exportaciones de 154.000 barriles diarios a 230.000. Hoy se encuentra cercana a 250.000 barriles y manifiesta su empeño en llevarla a mayores. No solo exportaba para sus refinerías, también revendía, “bachaqueaba” el petróleo venezolano.

Añádase que Chevron tiene como línea estratégica operar en múltiples y diversas regiones del planeta para estar menos expuesta a problemas locales. De hecho, opera en el Campo Boscán, en el Zulia, donde hay 32.000 millones de barriles de petróleo pesado de 9 a 11 grados API. Es para ese futuro de mayor producción y exportación hacia donde nunca ha dejado de mirar la petrolera gringa.

Otra posible variable acordada de beneficios mutuos es que Chevron se cobraba y ahora se continuará cobrando una deuda que posee Pdvsa mediante petróleo, que seguirá enviando a las 13 refinerías ubicadas en el Golfo de México. El arreglo permite a la industria venezolana reducir el pago en efectivo y eludir el uso del bloqueado sistema financiero internacional.

Y ya otorgado el permiso a Chevron para operar en Venezuela, es probable que otras empresas de servicios petroleros, sacadas del país por causa de las medidas coercitivas unilaterales e ilegales aplicadas por EEUU, como Schlumberger, Halliburton y Baker Hughes, pidan regresar.

Actuación similar es probable que exijan la noruega Equinor, que vendió en 2021 su participación en la empresa mixta Petrocedeño; la francesa Total Energies, que se fue en 2022; mientras otras como la española Repsol, que operaba Petrojunín, y la italiana ENI podrían pedir ampliar sus reducidas actuaciones en el país y así poder cobrar con crudo la deuda de Pdvsa.

En la lista también podría anotarse la holandesa Shell, que junto a la trinitaria Compañía Nacional del Gas de Trinidad tenían una licencia de la Oficina de Bienes Extranjeros, Ofac, de la Secretaría del Tesoro de EEUU, para extraer gas del campo Dragón, ubicado costa afuera, en la frontera de esa isla con Venezuela. La licencia fue otorgada por primera vez en 2023 y busca suministrar gas a Trinidad en 2027. La producción inicial sería de 200 millones de pies cúbicos.

Otra consecuencia del permiso otorgado a Chevron es que Trump dilate, posponga, concretar la amenaza de aplicar un arancel de 25% a los países que compren crudo a Pdvsa, pues de concretarse significa que EEUU debería imponerse el arancel a sí mismo, un condicional pertinente, pues ya es costumbre su descarada arrogancia de violar sus propias normas y decisiones para tomar ventajas competitivas.

Otro factor es que aun cuando fruto de los esfuerzos de los trabajadores de Pdvsa los efectos de las medidas coercitivas son menores, la presencia de Chevron mantiene los pozos activos y reduce la posibilidad de afectación de los yacimientos.

Además, las cuatro empresas mixtas en las cuales Chevron es socia minoritaria seguirán pagando, ojo, no Chevron, impuestos a la República, es decir, al Gobierno Bolivariano.
Por último, un factor geopolítico a tomar en cuenta en la lucha por el retorno del venezolano Esequibo, es el reciente permiso otorgado a Chevron por la Comisión de Comercio de Estados Unidos, el 18 de julio pasado, para adquirir, fusionarse, por 53.000 millones de dólares, el 30% que tenía la petrolera Hess en el consorcio con Exxon Mobil y la china Cnooc en el bloque Stabroek, ubicado en la Guayana Esequiba venezolana, donde existen 11.000 millones de barriles recuperables.

Con la adquisición, Chevron pasa a formar parte de la controversia. Espera elevar su producción petrolera en el mundo de 3,3 millones de barriles diarios equivalentes, a 4 millones.

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