Chavistas a 100,00 dólares | Por: Roberto Hernández Montoya
Siempre ha habido izquierda fácil, de barril a $ 100,00. Pero la que trasciende es la difícil, Lenin, Chávez. De la fácil nadie se acuerda.
No quiero ser pesado porque tengo amistades entre quienes voy a criticar. Seguro no se impacientan por la crítica puesto que la predican. Censura pacá, censura pallá. Imperativo categórico.
En mi mocedad conviví con gente enardecida que a la menor provocación saltó la talanquera. Y no es que le pareció que era mejor optar por matices, sino que se pasó con armas y bagajes y terminó a la derecha de María Corina purísima, que aquello da más pena que rabia. Bueno, a mí al menos me entra una cosa larga y aburrida, pero entiendo a quienes les da rabia. Creo que me odian o, peor, me desprecian. Todavía no entiendo su metamorfosis.
Eran mis amistades bonitas porque su sinceridad me lució convincente. Y me pregunto si de verdad creían en todo lo que bramaban con tanta furia. No aguantaron dos pedidas. ¡Y lo arrogantes que eran! Insoportables. Con esa gente supe lo que es el fariseísmo. La derecha depende de la izquierda tránsfuga para funcionar.
Pero no es de ese sepulcro que quiero probar hoy sino de la izquierda tradicional que vive como la alta sociedad: de invitarse o no invitarse, como dijo Ortega, me refiero al Gasset. Siempre vivieron de dividirse, dime qué dices para disentir. Su orgasmo masoquista es perder. Ganar es su peor pesadilla. Se refocilan en su 5% histórico, Cabrujas dixit. Y eso cuando van allende el 2%. Melancolía aristocrática que se nutre de ser minoría. Así esta izquierda residual, que es poquita pero bien sectaria.
OK, vale, de acuerdo, el Gobierno está equivocado. No lo dudo porque está constituido por gente y no por ángeles. Tengo horas y horas de disertación sobre lo que el Gobierno hace mal. Ojalá que quienes lo critican nunca se equivoquen. Está pago que hay derecho a la crítica, al debate, irreverencia en la discusión, lealtad en la acción y demás frases favoritas del fariseísmo. Pero, coño, parroquia, estamos en guerra y encima en pandemia. El Che hablaba del equilibrio entre los peligros y los principios. Ahí se cifra la diferencia entre una dirigencia sabia y una vanguardia marruñeca.
Entre Maradona y Alberto Fernández.
ROBERTO HERNÁNDEZ MONTOYA
Publicado en ÚN.