Tras unos meses de inactividad, como consecuencia de la pandemia de covid-19, los manifestantes conocidos como el movimiento de chalecos amarillos, han retomado las protestas en las calles de diversas ciudades de Francia.
De acuerdo con información de medios internacionales, volvieron las manifestaciones en Toulouse, Nantes, Niza, Burdeos, Estrasburgo, Marsella, Lyon y Lille. El motivo de las protestas es, entre otros, el rechazo al sistema de pensiones, la pérdida del poder adquisitivo y el alza en el precio de los combustibles, así como otras demandas por mejoras de las condiciones socioeconómicas.
Las fuerzas de seguridad han reprimido estas manifestaciones con el empleo de gases lacrimógenos. Hasta el momento se tenía conocimiento de más de 193 personas detenidas, tan sólo en París. las autoridades alegan que estas personas tenían «objetos peligrosos».
Mantenerse en la calle
Por su parte, Jérôme Rodrigues, quien ha sido uno de los líderes históricos de este movimiento realizó un pronunciamiento. El activista reiteró el llamado a sus seguidores a salir a las calles. Esto a pesar de las restricciones que se han derivado del coronavirus. En tal sentido instó a la población a una “desobediencia civil completa”.
Otro que se pronunció fue el líder opositor de izquierda francesa, Jean-Luc Mélenchon. El político felicitó a los chalecos amarillos por esta reciente movilización. «Bravo por los insumisos presentes en la manifestación de los chalecos amarillos«, destacó en su cuenta de Twitter. No obstante, en el mensaje el dirigente apeló a la calma y a los modos pacíficos de protesta.
El movimiento de los chalecos amarillos no se limita sólo a Francia. En los últimos tiempos se han producido manifestaciones de este tipo también en Alemania, Canadá, Países Bajos, Italia y España.
De hecho, los chalecos amarillos se han convertido en un símbolo de lucha contra los efectos negativos de las políticas neoliberales en el viejo continente. Entre las causas del descontento destacan: deterioro de los sistemas de seguridad social, carestía de la vida, así como el desprecio contra los inmigrantes de África, Medio Oriente y América Latina que llegan a Europa.
