La refinería venezolana de Cardón, ubicada en la localidad de Punto Fijo, en el noroccidental estado Falcón, esta semana reinició la producción de combustible; pese al asedio que representan las “sanciones” impuestas por el gobierno estadounidense.
Declaraciones atribuidas a voceros sindicales, difundidas por medios nacionales e internacionales sostienen que con la reactivación de la unidad de procesamiento denominada reformador.
Según publicación de la agencia estadounidense Reuters; la información fue suministrada por el dirigente sindical del sector petrolero, Iván Freites; quien dijo que las operaciones se reiniciaron el pasado 20 de agosto.
Freites, quien en sus comparecencias manifiesta su oposición al gobierno del presidente Nicolás Maduro; dijo a la agencia internacional de noticias que la refinería produce actualmente gasolina de 90 octanos; la cual no estaría bajo las “especificaciones requeridas”.
Sin embargo, no se han producido declaraciones oficiales por parte de autoridades de la estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa); que confirmen o desmientan la versión atribuida al sindicalista sobre la calidad del combustible.
Reuters: Pdvsa reanudó producción de gasolina en refinería Cardón https://t.co/1c2vrRxmco #REGIONALES
— Diario NotiFalcón (@NOTIFALCON) August 24, 2020
Medidas coercitivas contra la producción
Con una data de 71 años desde que se iniciaron las obras de construcción en 1949; la refinería de Cardón no sólo es una de las más grandes, sino también de las más antiguas de Venezuela.
Analistas sostienen que la hegemonía de compañías estadounidenses durante el auge de la explotación petrolera en Venezuela determinó la dependencia tecnológica de la nación suramericana con respecto a los centros de poder norteamericanos.
Con la llegada de la Revolución Bolivariana al poder; Venezuela retomó progresivamente el control y las ganancias de la industria petrolera nacional; antes en manos de las transnacionales; lo que abrió el camino al asedio y las presiones por parte de los gobiernos de Washington.
La política antivenezolana de la Casa Blanca generó dificultades para que el gobierno venezolano adquiera repuestos, partes, piezas y aditivos necesarios para el mantenimiento de las plantas petroleras; daño que se acentúa con la imposición de medidas coercitivas y unilaterales.
Otra variante de la guerra financiera y el asedio contra la industria petrolera venezolana, se evidencia en las amenazas permanentes desde el gobierno de Donald Trump contra países aliados que mantienen mecanismos de cooperación en materia energética; como es el caso de la República Islámica de Irán.
En ese sentido, el ministro venezolano de Petróleo, Tareck El Aissami; expresó en junio pasado que “con nuestra hermana República Islámica de Irán, con quien tenemos convenios de cooperación energética, logramos que llegaran a Venezuela los buques con combustible, repuestos, insumos y aditivos para fortalecer la capacidad productiva interna”.