Desde hace más de una década, Ismael Cala forma parte del ejército de comunicadores que desde sus pantallas enfilaron todas sus armas manipuladoras en contra de Venezuela y su proceso revolucionario.
Incansable en su misión, este periodista cubano radicado por años en los EE.UU., ha utilizado cada una de sus tarimas para tildar de «dictadura» lo que se vive en el país; y para intentar insultar a las autoridades democráticamente electas por el pueblo.
Lo curioso, es que en varias oportunidades, especialmente durante esta extraña «dictadura», Cala ha podido visitar teatros para monetizar su evangelizador lavado de cerebro. De hecho, de 60 a 180 dólares estará cobrando el presentador, autor inspiracional y conferencista en su próxima conferencia de junio; en varias ciudades del país.
En una oportunidad, tildó al gobierno del presidente Nicolás Maduro como un «desgobierno de lo absurdo y de la insensatez». Y aún así vino a promocionar su libro de autoayuda donde desparrama su egocentrismo neoliberal, que ha alimentado la derecha maltrecha desde el autoexilio.
Al igual que unos cuantos personajes del entretenimiento, que en algún momento juraron que no pisarían suelo venezolano hasta que cayera esta misma «dictadura» de la que Cala habla tanto, ahora se suma para tener sus presentaciones en Venezuela y lucrarse con las divisas de quienes aún le creen sus fórmulas mágicas para parar de sufrir.