Paradójicamente, luego de la firma de los acuerdos de Paz en Colombia, y de haber asumido las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) el desarme y la participación en la vida política del país como un partido; arremeten con mayor fuerza los asesinatos a líderes sociales.
Este miércoles se suma a la lista una nueva víctima. Se trata de Jorge Humberto Alpala, líder indígena y exalcalde de Cumbal, en el departamento de Nariño, al suroeste de Colombia, quien estuvo desaperecido desde el pasado viernes, siendo el lunes 17 de febrero encontrado sin vida y con varios impactos de arma de fuego, en una zona rural por parte de las Unidades Seccionales de Investigación Criminal y el Cuerpo Técnico de Investigación de la Fiscalía.
Toda mí solidaridad con la familia de nuestro amigo Jorge Humberto Alpala y nuestra voz de duelo al pueblo de #Cumbal.
Paz en su tumba!sena pic.twitter.com/DAm488hCh5— G García Realpe (@GGarciaRealpe) February 17, 2020
Una práctica sistemática
La semana pasada dos líderes indígenas fueron asesinados por un ataque de hombres armados en el departamento colombiano del Cauca, situado en el oeste del país.
Ya van 51 víctimas en los 49 días del año 2020, más de medio centenar de líderes sociales y defensores de Derechos Humanos han sido asesinados. Esta semana cayeron también los defensores de los Derechos Humanos e integrantes de la Guardia Campesina del Municipio de Miranda, en Cauca, Albeiro Silva Mosquera y Hugo Silva Mosquera, además del líder juvenil y cultural Miguel Ángel Marín Arango, en Medellín.
Este año han sido también asesinados 10 excombatientes de las FARC, firmantes del acuerdo de paz. El más reciente, Pedro Manchola Pastrana, el pasado sábado en Palermo, departamento de Huila (suroeste).
En Colombia 82.998 personas han sido desaparecidas forzadamente desde 1958, de acuerdo con cifras del equipo del Observatorio de Memoria y Conflicto, del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH).
Evidentemente, se trata de una política sistemática de eliminación de la lucha social en Colombia, a través de la desaparición de sus líderes en un país que es gobernado por el narcotráfico y cubierto de bases militares estadounidenses. No habrá paz posible en Colombia frente a esa realidad.