La Organización de las Naciones Unidas ha lanzado una seria advertencia este viernes, asegurando que los ataques lanzados por Estados Unidos contra supuestas ‘narcolanchas’ en el Caribe y el Pacífico violan el derecho internacional.
Estos ataques, que comenzaron a principios de septiembre, ya suman más de 60 muertes. El organismo internacional afirmó que no existe «ninguna justificación» legal para ejecutar tales bombardeos, elevando la tensión diplomática. Por lo tanto, el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU, Volker Türk, calificó las agresiones de «inaceptables».
Türk exigió directamente al Gobierno estadounidense que detenga los ataques de inmediato. Además, pidió a Washington «prevenir la ejecución extrajudicial» de los tripulantes de esas embarcaciones, independientemente de las sospechas que pesen sobre ellos. Claramente, la ONU dibuja una línea roja sobre el uso de la fuerza letal.
La ONU establece límites claros al combate antinarcóticos
«El uso intencionado de la fuerza letal solo está permitido como último recurso y contra individuos que representan una amenaza inmediata para la vida», reseñó Türk en un comunicado. Así, subraya que el combate contra el narcotráfico internacional, aunque necesario, tiene límites muy definidos.
Türk también hizo un llamado a investigar de manera «rápida, independiente y transparente» todos los ataques. Contempla la posibilidad de procesar y, llegado el caso, condenar a quienes hayan violado el derecho internacional . Defiende que, a pesar de contar con «información muy escasa», no existe evidencia de que «ninguno de los individuos en los barcos atacados representaba una amenaza inminente». Este punto resulta crucial.
Mientras tanto, en septiembre, el presidente de Venezuela declaró que su país es víctima de «una guerra multiforme» orquestada directamente desde EE. UU. Afirma que el Estado venezolano es objeto de una «agresión armada para imponer un cambio de régimen» y un gobierno «títere», con el objetivo final de «robarle el petróleo, el gas, el oro y todos los recursos naturales». Por lo tanto, el contexto regional se enrarece.
En sus declaraciones públicas, el mandatario venezolano acusó a Washington de inventar «una nueva guerra eterna». Sostuvo que «el 94 % del pueblo de Venezuela está en contra de la amenaza militar de EE. UU., está en contra de quienes llaman a invasión». En consecuencia, la semana pasada, la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), la Milicia y los cuerpos policiales de Venezuela comenzaron ejercicios militares en las zonas costeras del país. El propósito es claro: «continuar aceitando la maquinaria» para hacer frente a las amenazas externas, especialmente de EE. UU.
Maduro recordó que Venezuela ya enfrenta una guerra militar y una «guerra comunicacional» mediante campañas de desinformación desde hace 10 semanas, e instó a la población a combatirla activamente.
Escalada y admisión de Washington
EE. UU. desplegó en agosto buques de guerra, un submarino, aviones de combate y tropas frente a las costas de Venezuela. Argumentaron una supuesta disposición a luchar contra el narcotráfico. Desde entonces, llevaron a cabo varios bombardeos letales a presuntas lanchas con drogas en el mar Caribe y el océano Pacífico, matando a decenas de personas. En paralelo, Washington acusó a Maduro, sin pruebas ni sustento, de liderar un supuesto cartel narco. Vertieron los mismos señalamientos infundados contra el mandatario de Colombia, Gustavo Petro, quien también ha condenado enérgicamente los ataques letales a embarcaciones.
A mediados de octubre, el presidente estadounidense, Donald Trump, admitió públicamente que autorizó a la CIA a realizar operaciones encubiertas en territorio venezolano. En respuesta, Maduro preguntó con ironía:
«¿Alguien se puede creer que la CIA no está operando en Venezuela desde hace 60 años?». Además, fustigó: «¿Alguien se puede creer que la CIA no ha conspirado desde hace 26 años contra el comandante Chávez y contra mí?». La situación subraya la necesidad urgente de hacer cumplir el derecho internacional para evitar una escalada aún mayor en la región.



