Cuando parecía que el nivel de subestimación al pueblo de Venezuela, había llegado a su límite, aparece la dirigencia opositora rompiendo su propio record.
Predecibles como siempre, en vísperas de una fecha patria que en otras ocasiones usaron de excusa para promover actos de violencia y hacer sus “inversiones de futuro” (asesinar jóvenes para justificar una “rebelión”) anunciaron la llegada del presidente autoproclamado Juan Guiado, por el aeropuerto internacional de Maiquetía, sin honores oficiales por razones que ya sabemos, pero si con mucha bulla de un pueblo indignado.
Según los cálculos de los dirigentes de derecha, el pueblo de la Guaira en una especie de síndrome de Estocolmo, debía recibir con algarabía al promotor de las sanciones que lo someten a la peor crisis económica de la historia; y cuya última hazaña podría dejar sin empleo a más de 2000 trabajadores de la aerolínea CONVIASA, que también debían esperar agradecidos por las recientes decisiones arbitrarias del gobierno norteamericano.
Lo peor es que se muestran sorprendidos de la reacción de la gente y que luego de 20 años siguen dudando de la capacidad de organización y movilización del pueblo. Lo que sí está claro, es que dentro de la lógica de la derecha, no existe una explicación valida a lo ocurrido en el “recibimiento”, unos porque verdaderamente creen que van bien y que el “régimen” los sabotea y otros porque sencillamente en su raciocinio clientelar no cabe la posibilidad de apoyo irrestricto a un proyecto político sin recibir a cambio nada más que esperanza.
La duda fue despejada, Guaidó llegó, no fue apresado y no tuvo apoyo popular, todo sucedió como un dejavú de los primeros meses de 2019, a lo que seguramente se le vienen más presiones, shows y nada de éxitos.