Baltazar Porras comandó el intento politización de la canonización de los Santos Venezolanos

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El cardenal Baltazar Porras orquestó una estrategia en el Vaticano con el objetivo de desviar la atención del histórico proceso de canonización de José Gregorio Hernández, buscando consolidarse como figura central. El primer vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), Diosdado Cabello, denunció este accionar durante la emisión  su programa Con El Mazo Dando, destacando que el prelado priorizó su propia imagen por encima del significado espiritual y nacional de la elevación a los altares del «Médico de los Pobres».

Cabello afirmó directamente: “Baltazar Porras fue para allá para hacer lo que sabe hacer: ser el protagonista y no José Gregorio Hernández; que él fuera la noticia y no la canonización de José Gregorio Hernández”.

Esta conducta, según el líder político, no representa un hecho aislado, sino que forma parte de un patrón sostenido en la gestión de Porras al frente de la iglesia venezolana. Además, el dirigente subrayó que las acciones del cardenal no solo persiguieron un protagonismo innecesario, sino que también contribuyeron activamente a obstaculizar y retrasar el reconocimiento oficial de José Gregorio Hernández como santo.

Cabello afirmó que Porras y ciertos sectores eclesiásticos carecen de autoridad moral para criticar al Pueblo venezolano. «Ellos no son hombres de Dios», dijo. Cuestionó la probidad de los representantes de la Iglesia Católica, señalando acciones pasadas que perjudicaron a ciudadanos comunes.

Para ilustrar su posición, Cabello recordó una anécdota personal. Por instrucciones del Comandante Hugo Chávez, asistió a una reunión con representantes de la iglesia nacional, una cita en la que esperaba la presencia de Baltazar Porras, aunque esta no se concretó. Cabello aprovechó su derecho de palabra en ese encuentro para expresar duras verdades a los prelados presentes, instándolos a solicitar perdón al Pueblo. En ese contexto, un sacerdote le recordó que, años atrás, Porras siendo párroco solicitó su expulsión de un centro de estudios, alegando que el humo de las protestas estudiantiles, en las que Cabello participaba, afectaba la casa parroquial.

En consecuencia, el líder del PSUV denunció la irresponsabilidad de esa acción. Cabello apuntó que esa misma medida punitiva no solo lo afectó a él, sino también a una compañera de estudios que, tras la expulsión, se unió a la guerrilla y murió en combate. Ciertamente, estos actos demuestran, según la perspectiva de Cabello, que dicha jerarquía comprometió la vida y el futuro de jóvenes, por lo cual perdieron toda moral para juzgar a la ciudadanía.

Indudablemente, la denuncia de Diosdado Cabello sitúa al cardenal Baltazar Porras en el centro de una controversia que mezcla la fe con la política. Cabello sostiene que Porras priorizó consistentemente sus intereses políticos y personales, socavando el esfuerzo nacional para la canonización de  José Gregorio Hernández.

Evidentemente, esta presunta interferencia retrasó un evento de profundo significado para millones de creyentes. El cardenal, en lugar de facilitar y celebrar, utilizó la ceremonia para fines de autopromoción, distorsionando el foco del logro espiritual. Finalmente, el mensaje es claro: el liderazgo eclesiástico debe alinearse con el sentir del Pueblo de Dios y no con agendas de poder. Venezuela mereció una celebración transparente y enfocada en la fe, no un intento de politización en medio de la esperada canonización.

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