por: Roberto Hernández Montoya
“Un poquito de decencia, eso es la felicidad”. José Ignacio Cabrujas
No es tanto la talanquera como el envilecimiento, que se encarnizan en la traición. Pero tampoco es la traición, que puede hallar excusas, como que no se respeta el legado del maldito Chávez —o algo así que no entiendo bien—, sino que se desmelenan en la alevosía y la infamia.
Porque cambiar de parecer es algo hasta respetable y puede que aconsejable si devanándose los sesos se hallan mejores ideas, mejor información, un ángulo desde donde ver más claro. El problema no está ahí sino en el ensañamiento, en la histeria, en Felipe González, en Michelle Bachelet, en Benito Mussolini que fue de izquierda, socialista y todo. Hasta Pedro Estrada decía que había sido de izquierda por allá al comienzo de su miserable vida.
Es que caen en la miseria moral y en recomendar lanzar materos a la gente y viene una mente desquiciada que leyó ese tuit, supongo, aunque tampoco importa, y lanza una botella de agua congelada desde un 7º piso y mata a una pobre viandante que no estaba en el entrevero sino que salió a comprar unas papas. Unos tomates. Un adobo. ¿Había necesidad de eso? No. De lo que sí hay necesidad es de un poquito de decencia porque no puede haber felicidad mientras se participa en una operación tipo Libia, como está haciendo Bachelet con su firma canalla. O justificar a través del silencio la quema de gente viva o el descuartizamiento de una mujer por un puñado de dólares. Y no es solo lo que ha pasado sino lo que tienen en mente que pase. Impedir la importación de alimentos, medicinas e insumos de todo tipo, que no haya baterías, que haya apagones unánimes y después acusar a Maduro de todo eso. ¿Has oído hablar del fariseísmo? O asociarse con quien se roba una ayuda humanitaria, que ni es ayuda ni es humanitaria sino un caballo de Troya.
No me espanta la derecha de siempre sino la recién vestida, esa a la que no dejan pasar del zaguán en las fiestas burguesas, pero que se arrastra en una degradación impetuosa. En el zaguán. A lo mejor le tiran un trago. ¿Has visto un zaguán? Tal vez no. Nadie se queda en un zaguán porque es lugar de paso. He visto a gente arrastrarse así y he sobrevivido. Gente que uno quiso pero que no se quiso.
@rhm1947