George Floyd era un activista afroestadounidense de 46 años de edad. Fue vilmente asesinado el pasado lunes 25 de mayo por un agente de la Policía de la ciudad de Minneapolis, noroeste de Estados Unidos, que le dejó inerte en el piso tras presionarle el cuello con su rodilla, a pesar de los varios avisos de «¡No puedo respirar!». Las súplicas fueron en vano para quien hace parte de un sistema que institucionaliza y legitima la violencia, la segregación y la discriminación de lo que simplemente consideran «minorías», «personas ilegales» o la «nada».
Una joven, Darnella Frazier fue testigo de la escena y decidió grabar las imágenes que han viajado por el globo terráqueo en la última semana. Esposado y desarmado, Floyd (antiguo guardia de seguridad) quedó inconsciente bajo la presión de la rodilla del oficial de policía que lo aprehendió.
El deleznable hecho repolariza a la sociedad estadounidense: de un lado, activó una indignación histórica, y del otro exacerbó la supremacía blanca que caracteriza al actual Gobierno de Donald Trump y que relativiza un crimen de esta naturaleza porque «Estados Unidos, (o América como se hacen llamar, porque se sienten dueños de un continente entero y más) es grande».
Todo en medio de una voraz pandemia que halla su epicentro mundial en este país del Norte de nuestro continente y que deja al descubierto cuán incapaz es el capitalismo para la garantía de derechos fundamentales en coyunturas extraordinarias, igual que en situaciones ordinarias.
Desde la acera de la supremacía, se ha pretendido estigmatizar a Floyd y a los cientos que han salido a las calles a rechazar su muerte. Trump les apoda «matones» y les lanza «plomo del bueno». De Floyd se intenta posicionar la idea que siempre se asocia a la gente afro: «era un ladrón que quería pagar con un billete falso de 20 dólares». Videos como el que sigue desmontan la falacia creada para justificar el horror. Demuestran que este hombre está lejos de ser ese personaje que dibuja, o desdibuja, la mediática internacional.
«Nuestra generación de jóvenes está realmente perdida (…) Los nuevos jóvenes solo van por ahí, sacan sus armas en multitudes, se matan entre sí. Están tan perdidos (…)». Así hablaba George Floyd a la juventud desde sus redes sociales.