Las relaciones del próximo gobierno de los EE.UU. y Brasil vislumbran que no serán buenas, y es porque cada uno tiene una muy mala impresión del otro. Las referencias de Joe Biden para presionar a Brasil a que haga más para detener la deforestación y quema de la Amazonía, ha desencadenado un pulso inédito de tensiones en una especie de “antiimperialismo de derecha” por parte de Bolsonaro hacia su futuro colega.
Este martes el presidente brasileño le respondió a Biden, pero sin mencionarlo, que: “Vimos hace poco a un gran candidato a jefe de Estado diciendo que si yo no apago el fuego de la Amazonia va a levantar barreras comerciales contra Brasil. ¿Cómo vamos a hacer frente a todo eso?”.
Este raro episodio de Bolsonaro de poner en su lugar a EE.UU. lo remató con otra declaración bastante directa que pareciera presentar con anticipación el tono de una relación que ya no será amistosa con Washington: “La diplomacia no es suficiente. Cuando acaba la saliva, tiene que haber pólvora. No hace falta ni usar la pólvora, pero tiene que saber que hay”.
Antecedentes del conflicto
Durante el primer debate presidencial, Biden propuso conversar con otros países para ofrecer a Brasil unos 20 mil millones de dólares para salvar a la Amazonía, una propuesta que empezó la escala de tensiones y que Bolsonaro rechazó por parecerle un chantaje.
“No aceptamos sobornos, criminales, demarcaciones o infundadas amenazas”, habría dicho antes Bolsonaro, quien además calificó la propuesta del presidente electo estadounidense como “lamentable”.
Pero la reacción de rechazo del mandatario brasileño adquiere una mayor dimensión cuando Biden propone que si Brasil no actúa para evitar la degradación del mayor pulmón vegetal del planeta, deberá “enfrentar consecuencias económicas significativas”; algo así como una versión “progre de las sanciones”.
Bolsonaro es uno de los pocos jefes de estado que todavía no se ha pronunciado sobre las elecciones de los EE.UU. El mandatario reveló durante la campaña su favoritismo por Trump, lo cual fue denunciado por el bunker demócrata como una clara injerencia; por lo que a lo mejor mucho de esta antipatía sea la revancha de una apuesta equivocada desde Brasilia.