A pesar de los problemas en tierra, en Argentina miran felices a las estrellas. Este lunes celebraron la colocación en el espacio de su segundo satélite Saocom 1B.
El aparato en órbita, es una tregua alegre en medio de los apremios de la pandemia, la cual había pospuesto por varios meses el lanzamiento.
El despegue se hizo en la plataforma de Cabo Cañaveral, en los Estados Unidos a través de la empresa del magnate Elon Musk, que usó un cohete Falcon 9 para completar la misión.
Ya está en órbita el satélite SAOCOM 1B, desarrollado por científicos y científicas de nuestro país, que brindará datos clave para la producción agropecuaria y la gestión de emergencias.
La ciencia y la tecnología, al servicio del desarrollo de la Argentina.#HaciaElFuturo pic.twitter.com/EFlcYsa2rh
— Alberto Fernández (@alferdez) August 31, 2020
Saocom 1B es el resultado del ingenio científico argentino que involucró a las empresas VENG e Invap; la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), el laboratorio GEMA de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP); y unas 80 empresas del sector espacial nacional.
Este aparato es el hermano en el espacio de Saocom 1A lanzado en 2018, cuya puesta en órbita se combinan como el brinco más alto de un emprendimiento que arrancó con el gobierno de Néstor Kirchner en 2007.
Misión en el espacio
El satélite estará destinado para la observación terrena y será un aliado estratégico del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria para atender las necesidades de los sectores productivos y también para la gestión de riesgos.
También Saocom 1B vigilará desde el espacio las fronteras del país; y podrá cuidar las aguas territoriales del ingreso ilegal de barcos que practican la pesca de arrastre.
La tecnología de este satélite hace que sea un ejemplar avanzado y complejo por sus características. De acuerdo a los científicos involucrados en el proyecto, este aparato funciona “observando en base a radares”; y es el segundo de su tipo en el espacio después de Japón.
Con este éxito, Argentina y el gobierno de Alberto Fernández se animan a pensar y confirmar que el desarrollo tecnológico y el crecimiento industrial son caminos complementarios y no opuestos. Sus autoridades consideran relevante seguir enfocados en el objetivo de la soberanía científica, una meta que requiere continuidad.