Aperturar | Por: Roberto Hernández Montoya

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Bonito modo de cerradurar el año tuvo la Real al aceptar el verbo aperturar.

Incorrecto no es, porque el castellano deriva verbos a partir de sustantivos: telefonear, televisar, filmar, boxear. Se puede argumentar, sin embargo, que no hace falta ese verbo si ya existe el verbo abrir. Pero multiplicar el vocabulario no es mala idea, sobre todo si la palabra recién llegada se especializa: aperturar una cuenta bancaria o un correo electrónico, que es para lo que aperturar se ha venido usando principalmente. Aunque hay gente elegantísima que apertura botellas y puertas. Hay hasta quienes aperturan las piernas.

Estoy lejos de ser un purista de la lengua. No soy casticista, de esa gente apocalíptica que presagia la desaparición del español ante cualquier percance gramatical o de vocabulario. Alguien usa una palabra extranjera y ya la califican de barbarismo. Como si el español no estuviera repleto de voces mestizas de origen árabe, francés, inglés, indígena, asiático, etc. Canoa, huracán, ají, casabe, cacique, maíz son palabras taínas que entraron en la lengua española y hasta universal de puño y letra de Colón antes de exterminar a esa población antillana de origen venezolano. Son términos forasteros que han venido a enriquecer el acervo. Hasta se nos ha olvidado el origen de muchas palabras, envueltas en la bruma del ayer, como cantaba Bola de Nieve.

El problema no está allí sino en algo peor: quienes creen que ciertas palabras son más cultas que otras. Por ejemplo, colocar en vez de poner. Colocarse de mal humor, por ejemplo. O colocarse el refuerzo contra el coronavirus. O colocar una mala cara cuando alguien coloca la cómica. En el béisbol te colocan out.

También hay quienes usan mi persona en vez de yo. Huelga decir que mi persona no está de acuerdo con ese uso.

Mi maestro Ángel Rosenblat lo llamaba ultracultismo y ultracorrección. Como quienes comen bacalado en Chacado. Y hacen el ridículo, es decir, consiguen el efecto contrario que se proponían, que era quedar de lujo y que se comentara qué persona tan fina y bien hablada y en realidad está colocando la torta. Lo que otrora se llamaba una persona pulida. Elitesca. Es cuando la lucha de clases se coloca ridícula. Oh, Marx.

ROBERTO HERNÁNDEZ MONTOYA

@rhm1947

ÚN.


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