Donald Trump está de visita en la ciudad de Kenosha, el epicentro de las protestas antirracistas que agitan a los Estados Unidos.
Pero no todos creen que la presencia del presidente haya sido una buena idea. El gobernador de Wisconsin, así como el alcalde de Kenosha, le pidieron al mandatario que mejor no fuera; ya que su estadía podría agudizar las tensiones en una ciudad en donde todavía resuenan los 7 disparos sobre Jacob Blake y los 2 hombres asesinados por el joven de 17 años, Kyle Rittenhouse.
El gobernador de Wisconsin le escribió a Trump diciéndole: «Yo y otros líderes de la comunidad que se han puesto en contacto; estamos preocupados por lo que su presencia pueda significar para Kenosha y para nuestro estado”.
Provocación peligrosa
Para los gobernantes locales, la presencia de Trump en Kenosha pudiera parecerse mejor a la metáfora de un peligroso fósforo en un polvorín; para no decir que es una “deliberada provocación” al desastre.
Con igual moderación hacia Trump, por su parte, el alcalde de Kenosha se alineó con el gobernador al decir que si bien la visita de un presidente a la ciudad, es una gran ocasión, pero “este no es el mejor momento para hacerlo”.
Y si con lo dicho el alcalde no se hace entender en La Casa Blanca, también mencionó: «En Kenosha es mucho lo que tenemos que hacer para escuchar y comprender, y temo que una visita del presidente demorará esta labor importante”.
Cálculo electoral
Tanto temor y sentido común no es una especulación del gobernador de Wisconsin y el alcalde de Kenosha, ya que Trump ha tenido un discurso agresivo contra las protestas, las cuales ha convertido en un mal necesario para su campaña, ya que potencia su discurso de “ley y orden”.
Trump asegura que las manifestaciones son promovidas por agitadores de la extrema izquierda. Incluso amenazó con incluir en la lista de grupos terroristas a los activistas antifascistas que empezaron a movilizarse a partir de mayo con el asesinato de George Floyd.
