La leyenda del baile clásico, Alicia Alonso, ha fallecido este jueves en su Habana, Cuba a los 98 años de edad, dejando un legado inmenso en el arte de la danza.
La legendaria ‘prima donna assoluta’, impulsora y directora del Ballet Nacional de Cuba (BNC), había salido victoriosa de numerosas batallas a lo largo de una intensa vida dedicada por entero a la danza.
Alicia Ernestina de la Caridad del Cobre Martínez y del Hoyo nació en La Habana el 21 de diciembre de 1920, dedicó su vida a la danza y al ballet.
«Aprendí a bailar con el cerebro», decía ella convertida en experta a la hora de moverse entre sombras cuando perdió la visión.
Según sus familiares y amigos, Alonso nunca se jubiló ni tiró la toalla, ni siquiera cuando perdió la vista y los doctores le recomendaron no seguir bailando. Ella siempre imaginó pasos y saltos. La danza era su vida.
Alonso, bailó con el Ballet Caravan y también en musicales de Broadway a la vez que perfeccionaba su técnica en la escuela del American Ballet antes de convertirse en fundadora del American Dance Theater. Allí debutó con su rol estrella, Giselle.
«Debuté con Giselle en Nueva York cuando la bailarina principal enfermó. No tuve ningún miedo. Fui muy feliz. Me sabía todos los pasos, y no solo los de las mujeres, también de los hombres», recordó Alonso.
Fue la primera bailarina del hemisferio occidental en actuar en la entonces Unión Soviética y la primera representante americana en bailar con el Ballet del Teatro Bolshoi de Moscú y el Kirov, en Leningrado (San Petersburgo), en 1957 y 1958, respectivamente. Sus giras internacionales la llevaron a Asia, América, la Ópera de París, el Royal Danish Ballet y otras muchas compañías.
Según sus biógrafos, tras la Revolución Cubana Fidel Castro le ofreció recuperar aquella idea para crear el BNC y popularizar la danza en el país. Fundada en 1959, la compañía desarrolló una intensa actividad con escuela propia y una manera de acercarse a la danza clasica especial en la que se han formado varias generaciones de intérpretes.