El gobierno chileno gerenciado por Piñera, ha acuñado el concepto de «nueva normalidad» para referirse al «necesario» retorno gradual a las actividades académicas, comerciales y laborales de manera presencial, pese a que aún no han sido rotas las cadenas de transmisión del covid-19 (más bien expertos sanitarios prevén un pico por estos días) y aun cuando ya se contabilizan en el país más de 11 mil 200 casos confirmados y 160 muertes por esta enfermedad viral respiratoria.
El presidente Piñera lo explicó así a comienzos de esta semana: «un gobierno debe anticiparse a los tiempos, por eso también nos estamos preparando para que a partir de mayo podamos incorporarnos a esta nueva normalidad, de forma gradual (…) Creemos que es lo que Chile necesita y lo que mejor protege los ingresos y la vida de la todas las familias».
Dentro de ese marco definitorio, el ministro de salud, Jaime Mañalich, declaró que «las personas se van liberando, pueden tomar, con todos los cuidados una vida más normal, que los saque de la depresión (…) en ese contexto guardando la distancia, usando mascarillas, lavándose las manos, estando en lugares donde hay respeto de as distancias, nos parece positivo».
Estas palabras fueron cuestionadas, lo mismo que las pronunciadas el lunes 20 de abril por la subsecretaria de salud pública, Paula Daza, cuando salió en defensa de la «nueva normalidad» defendida por el Gobierno de Sebastián Piñera: «de manera responsable habría que ir retomando esta nueva vida y esta nueva actividad». «¿Qué significa esto? ¿Me puedo juntar con un grupo de amigos a tomar café? Probablemente sí».
Consultado sobre la posibilidad de tomar café, Mañalich justificó expresando: «la subsecretaria tiene una debilidad por el café y en ese sentido la comprendo. Hay múltiples ejemplos, tomarse una cerveza, comerse una empanada».
Entretanto movimientos sociales exigen cuarentena total y que los intereses empresariales y de lucro no estén por encima de la buena salud del pueblo.
