México dio un vuelco en su estrategia de combate contra el Coronavirus, basada hasta el momento, en el aislamiento de los contagiados y normas básicas de prevención, acciones reconocidas en su momento por la Organización Mundial de la Salud (OMS), pero que actualmente resultan insuficientes para detener el crecimiento de la curva de contagio en ese territorio.
En ese sentido, el gobierno mexicano decretó el lunes emergencia sanitaria por causa de fuerza mayor, tras contabilizarse 28 decesos y 1094 casos positivos, y una curva epidemiológica en “una fase de ascenso rápido”.
La emergencia tiene vigencia hasta el 30 de abril y no significa una suspensión de garantías individuales, ni un estado de excepción, explico el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell que la decisión solo atribuye a la Secretaría de Salud la determinación de las acciones de las demás autoridades de los tres niveles de gobierno.
Medidas:
- Las secretarías de Hacienda, Economía y Trabajo, deberán «operar las medidas necesarias a fin de proteger empresas y trabajadores por la vigencia de la declaratoria”
- El sector privado deberá adoptar de inmediato modalidades de teletrabajo, trabajo a distancia o análogos, sin que las actividades de sus trabajadores impliquen un acto presencial.
- Las empresas deben pagar completos los salarios de los trabajadores durante la emergencia sanitaria.
- Resguardo domiciliario estricto de personas mayores de 60 años, así como de mujeres y hombres con padecimientos de diabetes, embarazo, hipertensión arterial e insuficiencia cardíaca.
Por su parte, el secretario de Relaciones Exteriores Marcelo Ebrard, quien también participó en la rueda de prensa, enfatizo: “Estamos apelando a la conciencia social. Estamos en una situación extraordinaria, comparada quizá con el terremoto del 19 de septiembre de 1985. Los mexicanos hemos demostrado a lo largo de la historia que somos un país muy solidario”.
El gobierno de Andrés M. López Obrador, se encuentra en este momento en la mira de la prensa amarillista, que sirve a los interés de la oposición de ese país, por lo que las acciones emprendidas representan un reto para su gabinete asediado.
