Venezuela y su combate contra la pandemia

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Por: José Negrón Valera

«Estamos acostumbrados a lo extraordinario», escucho decir a través de un gran amplificador que han instalado en la cancha cercana a mi residencia.

Se trata de los músicos José Delgado y Gerardo Valentín, que se encuentran en una ‘serenata’ para los habitantes de Ciudad Tiuna, una gran urbanización del oeste de Caracas. La iniciativa forma parte de una serie de estrategias que ha diseñado el Gobierno nacional para hacerle frente a una de las consecuencias más complejas que trae combatir el virus, la cuarentena colectiva.

El golpe que produce el virus en el organismo se desplaza hacia todo el cuerpo social. No deja nada indiferente. Es una enfermedad que tiene consecuencias biológicas, pero también políticas, económicas y psicológicas en los grandes grupos humanos que deben estar encerrados en su casa haciendo frente a un enemigo invisible. Un mal que solo se percibe a través de simulaciones de computadoras, por las estadísticas de infectados y fallecidos, y sobre todo a través de las voces de quienes [critican] a los Gobiernos que prefieren salvar bancos antes que vidas humanas.

Para los venezolanos, y puede decirse que para los pueblos que han estado sometidos a largos periodos de asedio y guerras, lo imprevisible no les es ajeno. Hay un ejercicio de la voluntad, que al menos en la nación suramericana, fue puesto a prueba justo hace un año durante el sabotaje eléctrico, que provocó un apagón cuyas consecuencias aún pueden vivirse en muchos estados del país. No ha sido la única prueba a la que se ha hecho frente. Ya en 2003, otro sabotaje ordenado por Estados Unidos, y que fue dirigido a la industria petrolera dejó al pueblo venezolano durante más de mes y medio sin gasolina, sin distribución de alimentos, sin gas. Una mujer de un barrio caraqueño le diría a Chávez durante aquel momento que estaba dispuesta a romper los muebles de la sala para cocinar con ellos, pero que nunca cediera a los intereses de los enemigos del país.

Esta tierra ha parido «una forma de resistir, una alegría contra todo pronóstico», me comenta José Delgado cuando le pregunto ¿por qué?, ¿por qué tomar la guitarra y cantarle a quienes están su casa?

A la distancia de una nota de voz, contesta convencido:

«Cantar es solo un lenguaje que aprendí para comunicarme con la gente. Lo más importante es la emoción. Hay algo que fue sembrado en nuestros corazones, en esta lucha diaria que damos los venezolanos, y es la necesidad de entender al otro, al que sufre. Entender que no hay problemas individuales, por más que el sistema nos quiera hacer creer que las soluciones son individuales. Esta circunstancia solo nos demuestra, una vez más, que la manera de evadir el virus es tomando acciones colectivas».

La resiliencia se ha convertido en nuestro credo diario y nuestra mejor vacuna ante la adversidad, le comento. Razón frente a la amenaza invisible Para Jacqueline Montes, experta en opinión pública, el abordaje hecho por el Gobierno de Nicolás Maduro ante esta pandemia ha sido «proactivo, responsable y consciente» y no se ha apelado al dibujo libre.

«Somos el país 125 en reportar casos. Y tomando en cuenta que la pandemia arrancó en el mes de diciembre, hemos tenido cerca de tres meses donde distintos países del mundo han estado batallando y ya se han probado fórmulas y estas buenas prácticas han ahorrado tiempo y permitido respuestas oportunas tanto para la contención como para el tratamiento de la enfermedad», afirma.

La investigadora destaca que ha sido una actuación apegada a principios de gestión de crisis, probados internacionalmente, y basados en la experticia científica de otros países. «Se han estudiado los modelos exitosos, así como los que no lo han sido».

La actuación del Gobierno venezolano —para la investigadora— fue hecha de manera gradual y cumplió con las distintas etapas que se espera en toda gestión de crisis: «Pasamos por un periodo de prevención donde se priorizaron los mensajes informativos, donde se puso a la población en contexto de la situación. Se anunció un órgano de prevención, control y seguimiento del COVID-19 en Venezuela, encabezado por la vicepresidenta Delcy Rodríguez. Luego, pasamos a una segunda fase, donde avanzábamos hacia la detección y el control para evitar nuevos contagios», puntualiza.

Para Montes, ha sido muy acertado el trabajo de gestión comunicacional y las actuaciones concretas de las políticas públicas de contención de la pandemia. «Ambas han ido de la mano y permiten ganar las voluntades para que la cuarentena preventiva se cumpla de manera voluntaria.

Es muy interesante el caso venezolano, a diferencia de otros países, aquí no se han tomado medidas coercitivas. En Venezuela apostamos a la conciencia», señala. Las respuestas dadas por Jacqueline Montes hace inevitable que nos preguntemos ¿por qué a pesar de las evidencias científicas en países desarrollados les costó tanto entender y aplicar las medidas de prevención y control necesarias?

La respuesta será una de las enseñanzas que la pandemia dejará al mundo. «Creo que solo fue cuando la OMS declaró el COVID-19 como pandemia, cuando realmente se encendieron las alarmas del mundo. La misma característica de la enfermedad también influyó en que fuese subestimada como una simple gripe estacional. Hay una mezcla de factores que sirvieron para acrecentar los efectos de la crisis: desconocimiento de la enfermedad, subestimación del potencial del virus, la sobrestimación de la capacidad de respuesta, y un componente que va a llamar mucho a la reflexión en torno al papel de la comunicación social, es decir, los prejuicios que generaron un punto ciego para poder ver con claridad el futuro y los riesgos», afirma.

Creatividad ante lo inevitable El conjunto de estrategias creativas, promovidas por el Gobierno venezolano para sobrellevar esta cuarentena, obedecen a un conocimiento de la gestión de crisis, pero también a una conciencia clara sobre el funcionamiento psíquico de los individuos sometidos a situaciones de alta tensión. Joyaira Lugo, médica psiquiatra, jefe de Servicio en el Hospital Psiquiátrico de Caracas, consultada sobre este particular, aclara que aunque el miedo es una respuesta natural de defensa generada por una amenaza a la integridad personal, tiene consecuencias que deben ser entendidas con claridad.

«A nivel biológico se traduce en liberación de neurotransmisores, hormonas y otras sustancias, unas de ellas son la adrenalina y el cortisol, las mismas son liberadas en la corteza suprarrenal y se ha demostrado científicamente que, en efecto, cuando estas sustancias están aumentadas de manera sostenida producen una reducción de citoquinas, estas citoquinas forman parte de la respuesta inmunológica, por tanto, el estrés sostenido produce un defecto en el sistema inmune lo que nos hace más susceptibles a las infecciones de cualquier tipo, micóticas, parasitarias, bacterianas y virales», afirma la psiquiatra.

Desde la Alcaldía de Caracas, el Ministerio de la Cultura y distintos colectivos venezolanos, como el de psicólogos y psicólogas por el socialismo, se ha hecho un notable esfuerzo por dotar a la población venezolana de herramientas para gestionar emocionalmente la cuarentena. Clubes virtuales de lectura, concursos audiovisuales, programas de radio para hacerle compañía a la familia venezolana, han sido parte de los instrumentos escogidos.

El manejo efectivo de la carga emocional al interior de la familia, afirma la psiquiatra Lugo, genera no solo resistencia psíquica sino defensas biológicas frente al virus. Además, repercute de manera positiva en el colectivo: «Así como dentro de una familia estrechar los lazos afectivos permite sobrellevar la sobrecarga de estrés, en la sociedad como un todo, debe desarrollarse un proceso similar entre los individuos que la componen.

Es momento de practicar la solidaridad y ser bondadosos, estar atentos a llamados de alarma de nuestros vecinos y personas que sabemos son más vulnerables, ayudar en lo que sea necesario y ser todos promotores activos de la prevención de esta pandemia. Hay que recordar que el estrés solo contribuye a mantener las respuestas neuroendocrinas activadas, y esto repercute de mala manera en la salud física”, sentencia.

Lo que tiene que aprender el mundo de Venezuela En este duro momento, viene a mi mente el líder iraní, Mahmud Ahmadineyad, cuando decía que Chávez no era una persona física, sino «una cultura, un sendero, un plan para salvar a la humanidad».

Aprovecho la conexión para volver a Jacqueline Montes, y apelando a su agudeza, evaluar la sociedad venezolana. Le pregunto si acaso nuestra experiencia como pueblo que enfrenta dificultades, tiene algo que legar al mundo. Ella, en la llamada telefónica que nos une, lo medita un momento. Su respuesta no admite edición: «¿Una enseñanza? La de la resiliencia. Teníamos tiempo preparándonos. Nos resultaría a los venezolanos muy pesimista, considerar esto como el fin. Hemos visto el fin muchas veces de cerca, durante estos años de asedio.

La adversidad es la escuela de nuestra sociedad. Las estructuras que se han creado en el marco de la revolución bolivariana son ejemplos para el mundo. La integración cívico militar será fundamental en la gestión de esta crisis, las comunitarias como los CLAP. Hoy en día, son uno de los brazos más importantes haciéndole llegar el alimento a más de siete millones de familias. La incorporación de la tecnología como una herramienta para la planificación de la gestión pública [es fundamental], como el carnet de la patria, el cual constituye una gran herramienta para recabar datos para construir la priorización y segmentación de cómo atender esta pandemia.

Y lo más interesante es que son canales que llevan funcionando desde hace mucho tiempo y que en su momento fueron muy adversados por la oposición. No solo tenemos recursos limitados, sino que además tenemos serias limitaciones en el acceso de recursos, además de la caída en los precios del petróleo desde donde obtenemos la mayoría de las divisas que entran al país. Esta tormenta perfecta está poniendo a prueba la disciplina, la organización, y la conciencia del pueblo venezolano.

Creo que el COVID-19 será una prueba de fuego de la que saldremos más fortalecidos. No me atrevo a decir que va a ser fácil, no me atrevo a hablar con un optimismo ciego, sino con una serenidad informada, porque hoy más que nunca sabremos de qué estamos hechos y de qué somos capaces». Cuando la llamada finaliza, recuerdo que este es el día séptimo de la cuarentena y aún falta mucho camino por andar.

Los versos de la poeta venezolana Dariela Tello llegan junto con la noticia de que más médicos cubanos y chinos viajan a Italia para contener la pandemia; y de que Rusia se mantiene esperanzada en encontrar una cura definitiva. Y yo los leo, y me aferro a ellos y espero… atento, a que la lucha del pueblo venezolano desborde «las palabras y se haga continente. (…) que sea idea, espíritu de un tiempo, esperanza de otros pueblos».

 

José Negrón Valera

Antropólogo y escritor venezolano.

 

 

 

Artículo publicado en Sputnik

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