…Y llegamos a la hoguera más candente: La arena política de las redes sociales en Venezuela. Es allí donde convergen los criterios e intereses más disimiles y crudamente enfrentados. La radicalidad de las posiciones y comentarios argumentativos, los canales especializados de información y análisis, el uso de las redes para la difusión de gestiones
de políticas públicas, la construcción de matrices y el desmontaje de aquellas consideradas falsas o tendenciosas, hacen de este escenario, uno de los más caóticos y vertiginosos de todo el universo 2.0 hispanoamericano, e incluso, del mundo entero.
En su excelente articulo “Linchamiento por redes” Maryclen Stelling apunta: “El absurdo, los insultos, las ofensas y las acusaciones inherentes al discurso del odio reinan en las redes. Se naturaliza el odio, ese sentimiento de profunda antipatía, disgusto, aversión, enemistad o repulsión hacia una persona, cosa, o fenómeno. Se nos hace familiar el deseo de dañar o destruir al “otro” y, en su defecto, se cultiva la esperanza de que le ocurra alguna desgracia. El odio desatado y la libertad de odiar campean a sus anchas. Tribunales digitales realizan fulminantes acusaciones, enjuician y dictan sentencias incuestionables. Se naturalizan los linchamientos digitales, donde “masas enfurecidas” -presas de sentimientos exacerbados y desatados- proceden a la persecución y lapidación del enemigo. Se naturalizan las redes sociales del linchamiento en una suerte de movimientos sociales punitivos. Se entroniza la promesa del linchamiento infinito y se consolidan los roles de víctimas y verdugos. Estudiosos del fenómeno denuncian el fortalecimiento de una “pedagogía de la crueldad mediática” y alertan sobre la consolidación de “la dramaturgia del miedo”.
Entre la izquierda Venezolana la categorización de “Influencers” es menos audaz. Pareciera que la derecha se apropió no solo del concepto, sino del término. Y son ellos quienes son percibidos en toda la amplitud de la idea. Fuera y dentro del ámbito 2.0.
Existe por igual una particularidad que es susceptible de hacer notar. Los influencers políticos de Venezuela no son estrictamente los políticos. Son los periodistas. Y las cuentas de información, que hacen política de inclinada tendencia obviando los viejos códigos de imparcialidad y objetividad. Medios 2.0 que convierten “opiniones” en titulares, versiones personales en tesis indebatibles, y lo que es peor, mentiras ponzoñosas en punzantes verdades. Súmese a este complicado proscenio el hecho de que los artistas de la farándula, humoristas de “stand up”, incluso chef de cocina, con cientos de miles de seguidores e incluso millones, llevan a las redes sociales sus opiniones políticas. El tono de las mismas ha llegado a niveles de odio espectacular, se ha promovido a través de estas opiniones cosas tan graves como el asesinato, la violación, y por supuesto el terrorismo civil llamado “guarimba” que destruyo numerosas propiedades publicas y privadas, derramo sangre inocente y no tan inocente, y mantuvo en zozobra a un país entero. Xenofobia, homofobia, descalificación, racismo supremacista, exposición oprobiosa y mentiras apañadas. De todo hay en el inventario amoral de la derecha virtual. Esto por supuesto, en medio de una conexión funcional y operativa entre los Influencers y la dirigencia opositora más fascista del Pais.
Estos influencers utilizan el espacio de las redes sociales, que aprovechan por su cierto tono de “autonomía”, al no existir un control real de lo que se publica; emitiendo mensajes que están fuera de lo planteado en las principales leyes del país, comenzando por la Constitución Nacional hasta la Ley de Responsabilidad Social en radio y televisión que no tiene alcance en este espacio virtual de la sociedad.
Han sido unos cuantos influencers conocidos en el país, que sin contar con la vestimenta de “políticos” o sin formar parte activa de ningún partido, aprovechan su “mercado virtual” y emiten frecuentemente mensajes cargados de tono político a sus seguidores que existen no precisamente porque les interese este ámbito principalmente.
Así encontramos a algunos como Norkys Batista (actriz), Vanessa Senior (actriz, cantante, comediante), Luis Chataing (humorista), David comedia (comediante, imitador de voz), Franklin Virguez (Comunicador y actor), el Padre Palmar (sacerdote católico).
Este último personaje merece una atención especial porque su traje de religioso no lo limita a ocultar el odio, misoginia, xenofobia y rascismo exacerbado que para nada se acercan a lo señalado en los diez mandamientos de la religión católica que profesa en su máxima expresión.
En algunos de sus últimos tweets expresa:
“Pedir elecciones parlamentarias con NarcoMaduro en el poder, el mismo CNE, el REP sin depurar y sin el voto del exterior, para después del fraude protestar en la calle, es como la víctima de violación que espera ser violada de nuevo y quedar embarazada para denunciar al criminal”.
“Cuando el capo Diosdado Cabello esté preso en el “Alacatraz de Las Rocosas” llorará para que le apaguen la luz incandescente y el aire acondicionado con excesivo frío que es permanente, sufrirá de migraña y locura porque perderá la noción del tiempo; y no tendrá ninguna llamada”.
Este tipo de mensajes llenan las cuentas en redes sociales de los influencers de la derecha venezolana. A diario arrementen contra cualquier persona que se exprese distinto y que no aplauda de manera consciente el odio que busca apabullar y acallar al chavismo como cultura política, incluso va más allá, arremeten contra los que no se sumen en avalancha a estos mensajes de violencia.
Esta es la sociedad que promueve la derecha a través de las redes sociales. Un mundo de valores del capitalismo que celebra el racismo, el odio, el fascismo, la xenofobia; permitidos para una élite de la sociedad que por otro lado difunde los valores de la familia, el respeto, la convivencia y la democracia. ¿Sólo para ellos?.