Cuando Caracas dijo: “¡Ya Basta!” (I)

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Eran días muy difíciles aquellos a finales de febrero del 1989. Si se compara con la actualidad inmediata, surge una gran diferencia entre dos tiempos históricos absolutamente contrastables.

Aquella crisis tenía su origen no en el brutal bloqueo al que hoy Venezuela está expuesta, era el resultado de décadas de manejos irrespetuosos de los fondos públicos, de la adquisición de compromisos financieros que comprometieron el desarrollo de los programas sociales, y en una palabra, de las “recetas” impuestas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) que solo podían agudizar una crisis ya insoportable para el pueblo Venezolano.

El 16 de febrero de 1989, el nuevo presidente de la República presenta ante el país un programa de ajustes macroeconómicos, llamado popularmente “paquete económico”, el cual comprendía decisiones sobre política cambiaría, deuda externa, comercio exterior, sistema financiero, política fiscal, servicios públicos y política social, que significaron para la población venezolano un drástico golpe de timón impuesto por el FMI.

El FMI aprobó un préstamo por aproximadamente 4 mil 500 millones de dólares en los siguientes tres años y 21 mil millones de dólares en los próximos 7 años, multiplicando la deuda externa por un número indefinido de veces. El partido Acción Democrática (AD) continuaba en el poder (en la persona de Carlos Andrés Pérez) y para ese momento, Venezuela sufría un desequilibrio en la balanza de sus pagos de la deuda externa, que representaba un déficit acumulado de 7 mil 376 millones de dólares entre 1986 y 1988, y el total agotamiento de sus reservas internacionales, excluyendo el oro que fue enviado a Londres un par de días antes de El Caracazo, a fin de abonarle recursos a la reserva.

A partir de 1970, los índices de pobreza en el país habían crecido de manera alarmante; la fuerza laboral campesina se redujo a 0% y en sólo tres años, 600 mil personas emigraron a las ciudades; los trabajadores informales aumentaron de 34,5%, en 1980, a 53%, en 1999; la clase obrera industrial disminuyó ante la privatización parcial o total de sectores como las telecomunicaciones, los puertos, el petróleo, el acero y las líneas aéreas y se redujo el tamaño de la fuerza laboral en sitios estratégicos.

 

A tan solo 14 días de su nombramiento, Pérez buscó dar un cambio en la economía, para ello emplea un programa de ajustes macroeconómicos promovido por el Fondo Monetario Internacional (FMI), el mismo fue llamado «Paquete Económico”. Las medidas serían de aplicación inmediata y otras de aplicación gradual.

El paquete económico contemplaba:

  • A través del programa del Fondo Monetario Internacional, el Gobierno debía obtener 4500 millones de dólares en 3 años.
  • Las tasas de interés (activas y pasivas) fueron liberadas con un tope temporal fijado en un 30%.
  • Eliminación de la tasa de cambio preferencial.
  • Liberación de los precios excepto en 18 renglones de la cesta básica.
  • Incrementó gradual de las tarifas de servicios públicos como teléfono, agua potable, electricidad y gas doméstico.
  • Aumento anual durante 3 años de los precios de productos derivados del petróleo
  • Aumento del precio de la gasolina en un 100%
  • Aumento inicial de las tarifas del transporte público en un 30%.
  • Congelación de cargos en la administración pública, entre otros.

Al aplicarse el paquete económico, la economía venezolana cayó en picada, lo índices de inflación y desempleo aumentaron considerablemente. La liberación de precios congeló el mercado de productos, muchas panaderías cerraron sus puertas quedando miles de venezolanos sin empleos, el precio del pan aumentó en un 200%, la tarifa de gas doméstico aumentó en un 52%, la escasez y el acaparamiento se intensificaron, los precios de la gasolina se incrementaron en un 100% (Bs. 2,75 para la de alto octanaje y 2,55 para la de medio octanaje).

Todas estas medidas, a excepción de la última, eran de aplicación inmediata. El alza en el precio de la gasolina se hizo efectiva a partir del 26 de febrero de ese año y el incremento de las tarifas del transporte público urbano en un 30% a partir del 27 de febrero en Caracas, aunque el primer aumento fue autorizado para Guarenas desde el 26, válido para los 3 meses siguientes, después de los cuales podrían aumentarse hasta el 100%.

Esperando la liberación de los precios, los industriales y comerciantes mantenían acaparados algunos productos de primera necesidad. Los principales titulares de la prensa nacional de los dos primeros meses del ‘89 destacaban la ausencia de leche, café, sal, arroz, azúcar, papel higiénico, detergente y aceite de los anaqueles de los abastos y supermercados de todo el país.

Pero el detonante para esta bomba de tiempo, fue el anuncio del aumento en los precios del pasaje es el transporte público, que fue fijado en un 100% adicional sobre el precio anterior. Se escogió a Guarenas para ensayar lo que ocurriría, y fue en esa ciudad mirandina donde se aumentó primero el valor del pasaje. El “ensayo” gubernamental, del día 26 causo rápidamente, una situación que se iría agravando al transcurrir las horas, y que no dejaría lugar a dudas de la espontaneidad del mismo.

Se trató de una respuesta visceral, de una reacción que no fue encauzada desde su despegue por ningún liderazgo visible o invisible. La gente actuó en consonancia con la imposibilidad de continuar soportando el enorme peso de un paquete brutal sobre sus espaldas. Se cuenta de manera no oficial, que el hecho que encendió la mecha tuvo lugar cuando en Guarenas, una señora de edad madura fue obligada a descender de un autobús por no tener el pasaje completo. Se dice que los pasajeros, enardecidos por la actitud inmisericorde del chofer de la unidad, decidieron en medio de una especie de “juicio sumario” aplicar un correctivo que no dejara lugar a dudas de que hasta allí habían llegado las cosas. Incendiaron la unidad, y alguien propuso en medio del fragor de la adrenalina, ir un poco más allá. Al cabo de un rato, toda una comunidad desataba su ira, su frustración y su miseria.

El enorme costo en vidas humanas, no podía sospecharse ni remotamente cerca en ese momento, así como la más violenta y sanguinaria represión gubernamental que se vendía encima del pueblo. La segunda entrega de este trabajo abordara detalladamente en esos aspectos.

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