por: Earle Herrera
¿Qué sería de Ramos Allup sin el presidente Chávez? Siempre recurre al nombre del comandante cuando lo acorralan. Por ahí lo vincularon con escándalos de corrupción y, de manito del autoproclamado, discurseó: “que el supremo se asome en el infierno para que vea que le faltó manteca o le sobraron cabezas para freír a los adecos”. ¿Qué tiene que ver el duodeno con los párpados? Nada, pero Ramos se arropó con una frase que le inventaron al líder bolivariano en 1998, cuando el pánico cundió en AD y Copei y enviaron al infierno a sus propios candidatos: Alfaro Ucero y la bella Irene.
Después, al asumir la presidencia de la AN en 2016, obsesionado con acortar los seis meses que se dio para sacar a Maduro y autoproclamarse él (como Carmona ayer y el otro hoy), arremetió contra los retratos de Bolívar y Chávez. Allí estaban sus trofeos de guerra, frente a oportunos camarógrafos estratégicamente ubicados en el arduo campo de batalla (el palacio legislativo). Al día siguiente, el rutilante mariscal del Capitolio –así se autobautizó- ocupaba las primeras planas de unos medios ayunos de héroes. Lucía victorioso, exultante, de lo más Queseras del Medio.
Fajarse con Chávez le da plusvalía y rédito político. La semana pasada lo pusieron contra las cuerdas y sacó la capa del comandante y las cabezas adecas fritas en manteca y se cubrió, como el Zorro. “No me van a joder”, rezongó. Cuando el sortilegio no le funcionó de tanto usarlo, apeló al viejo recurso de que “a ti también te puede pasar”. Lanzó la advertencia: “Van a seguir embarrando a más gente”. Pero el barro no provenía de los chavistas, sino de la oposición extrema. Resucitó, no sé si desde el infierno del FMI, Miguel “Paquetico” Rodríguez, y lo embarró a placer. Un portal de la derecha, Panam Post, se encargó del frisado.
Es en la oposición donde se desató la embarrialada. Capriles diagnosticó a misia Machado con daños en el tejado y la ultraderecha lo enlodó hasta el cogote. Ahora comparte charco con Ramos Allup, quien le aconseja que le dé duro a Chávez y a Maduro si quiere que lo perdonen los ultramontanos. En eso está, más radical que en los días de la arrechera represada. Pero la orden es ensuciarlo más. La manteca de Allup ya no funciona, como los mustios motores de sus lejanas nostalgias.
Profesor universitario