Asedio, mentiras y bloqueo: La receta de Trump contra Venezuela | Por: David Hernández

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El imperialismo norteamericano, liderado por Donald Trump, ha lanzado una nueva y agresiva amenaza que trasciende la diplomacia para instalarse en el terreno de la hostilidad absoluta. Por eso, se hace urgente desglosar el discurso del magnate para comprender la profundidad de su asedio: un cóctel de desequilibrio histórico, soberbia imperial y una violación flagrante del derecho internacional que vulnera la soberanía de la patria de Bolívar.

1. El asedio militar: Piratería en el siglo XXI
«Venezuela está completamente rodeada por la Armada más grande jamás reunida en la historia de América del Sur».

Esta declaración es una confesión de hostigamiento. Venezuela enfrenta un cerco naval por parte de la potencia militar más grande del mundo, que ha llegado al extremo de atacar pequeñas embarcaciones civiles en el Caribe. Al jactarse de este bloqueo, Trump no actúa como un estadista, sino como un pirata moderno, reactivando las tácticas de asfixia que las potencias coloniales usaban hace siglos para doblegar voluntades.

2. La pretensión territorial: Un delirio anacrónico
Solo se hará más grande… hasta el momento en que devuelvan a los Estados Unidos todo el petróleo, tierra y otros activos que previamente nos robaron».

Este es el núcleo de la desfachatez. Que un mandatario extranjero acuse a una nación soberana de «robar» su propio territorio es una aberración jurídica y lógica. Venezuela no puede «robar» tierras que le pertenecen por derecho histórico y geográfico desde hace más de 200 años. Estas tierras son de sus campesinos y trabajadores; los recursos están en el subsuelo nacional. Sostener o secundar la tesis del «robo» es traición, un error histórico imperdonable que busca normalizar el saqueo colonial.

3. La mentira como arma de guerra
«El régimen de Maduro está utilizando petróleo de estos campos petrolíferos robados para financiarse… el narcoterrorismo, la trata de personas, el asesinato y el secuestro«.

Aquí la intención queda al desnudo: el control del crudo. Trump insinúa que los yacimientos venezolanos le pertenecen a EE. UU., pero ¿desde cuándo PDVSA opera en Texas o New York? El petróleo está en suelo venezolano. El líder republicano recurre a la retórica de la criminalización, una fórmula ya empleada en Irak y Libia para fabricar un «enemigo moral» y justificar ante la opinión pública una intervención militar por recursos naturales.

4. La criminalización de la soberanía
«El gobierno venezolano ha sido designado como una organización terrorista extranjera».

Catalogar a un Estado constituido como «organización terrorista» es un retroceso a la barbarie feudal, donde la ley del más fuerte imperaba sobre la razón. Analicemos sus calumnias:

Narcotráfico: Es cínico señalar a Venezuela cuando EE. UU. es el principal consumidor de drogas del mundo, abastecido por sus aliados más cercanos en la región.

Trata de personas: Una acusación vacía que carece de autoridad moral, especialmente viniendo de un personaje vinculado en expedientes judiciales a Jeffrey Epstein.

Activos: Habla de «activos robados» refiriéndose a tierras entregadas al pueblo. Para el imperio, la justicia social es sinónimo de robo.

5. Bloqueo total: Crimen de lesa humanidad
«Estoy ordenando un bloqueo total y completo de todos los petroleros sancionados que entran y salen de Venezuela».

Estamos ante un acto de guerra económica. El «jefe del cartel de las barras y las estrellas» pretende asfixiar el suministro básico de una nación entera. Cualquier sector que aplauda esta medida no solo incurre en una traición a la patria, sino que ignora que las sanciones no discriminan colores políticos: golpean al niño, al anciano y al trabajador. El rechazo a esta piratería debe ser un punto de honor y unión nacional.

6. La estafa del Sueño Americano
Los inmigrantes ilegales y criminales que el régimen de Maduro ha enviado… están siendo devueltos a Venezuela a un ritmo rápido».

La derecha nacional vendió a la juventud venezolana el espejismo del «sueño americano» para promover el éxodo. Hoy, esos mismos migrantes —gente honesta y trabajadora en su gran mayoría— son utilizados como peones de campaña y calumniados como criminales. La misma maquinaria mediática que los invitó a marcharse es la que hoy los humilla y deporta con fines electorales.

7. El delirio final
«…no permitirá que un régimen hostil tome nuestro petróleo, tierra o cualquier otro activo… deben ser devueltos a los Estados Unidos immediately«.

Afirmar que el suelo venezolano es propiedad estadounidense es un delirio de tintes mesiánicos. Es el equivalente a que un vecino pretenda reclamar la propiedad de tu hogar basándose en una herencia inexistente. Venezuela no ha robado a nadie; su libertad fue ganada en el campo de batalla por Simón Bolívar. Estas riquezas son irrenunciables, sagradas y soberanas.

¡Gracias por su atención a este asunto!

 

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