Los hijos de Mery llevaron el sol a la Calle Carabobo y en una explosión de arte y creatividad, celebraron el aniversario de Palmarejo: El punto del encuentro cultural maracaibero.
Marucha se paseó entre los asistentes, relatándoles de sus amores agrios y dulces, de sus desencuentros que aunque dramáticos , todos los celebraron como ofrenda de vida.
De los aires bajaban y subían como yoyos humanos, los artistas del viento, volando entre las ramas de la Ceiba siempre enseñoreada en la esquina de la calle Colón con Carabobo.
La explosión de colores, fusionaba paletas y pieles, dándole al cubismo pies, manos, brazos y piernas y los soltaron a la calle para que danzarán al son del chimbanguele sanbenitero, que sonó duro, para recordarles a los presentes, que sus genes están elaborados por dedos cuánticos y rayos de sol.
Hermosa la jornada de música, poesía, que rematando con unicornios de colores, sembró lágrimas de alegría, felicidades y agradecimiento hacia la Señora Mery, eterna, helenística y maracucha también, como el Lago de Maracaibo, por brindar el espacio de la concordia necesaria.
Las artes y la escena, confirmaron, que a cuarenta grados centígrados, Maracaibo sigue siendo el crisol cultural de Venezuela.
Fotos: Nelson Sánchez
