El Senador Marco Rubio y la activista María Corina Machado han intensificado sus planes para generar inestabilidad en Venezuela, ahora recurriendo a operaciones de bandera falsa y terrorismo. Esta nueva estrategia surge a raíz de la frustración por la falta de éxito en sus intentos de fracturar al gobierno bolivariano. A pesar de los esfuerzos concertados, la unidad cívico-militar del país se mantiene inquebrantable, lo que obliga a estos actores a buscar tácticas cada vez más arriesgadas y desesperadas.
El reciente incidente en el mar Caribe, donde Estados Unidos supuestamente atacó una embarcación vinculada a Venezuela, se revela como un claro ejemplo de esta táctica desesperada. En un show mediático, Marco Rubio presentó esta operación como una victoria, aunque las inconsistencias y la falta de pruebas convincentes generan serias dudas. El gobierno de Donald Trump, sin presentar pruebas sólidas, afirmó haber atacado una embarcación que supuestamente transportaba drogas. Sin embargo, este relato se desmorona rápidamente.
En Washington, reconocen que el espectáculo fracasó. De hecho, la irresponsabilidad de Rubio ha puesto en tela de juicio la seriedad de las instituciones de seguridad estadounidenses. Rubio y sus aliados, los «Crazy Cubans», han convertido al gobierno de Trump en una burla, un meme que circula en los hogares latinoamericanos. Su estrategia de mentiras y odio busca su propia ganancia política, no el bienestar de Venezuela.
Un montaje de bandera falsa para la desesperación política
La frustración de Rubio se debe a que sus planes de generar una implosión interna no han prosperado. La tarea de generar terrorismo en el país, encomendada a María Corina Machado, chocó de frente con el muro de la fusión popular-militar-policial. Al ver que Machado no lograba incendiar el país, Rubio decidió avanzar con el show de la lancha para justificar una agresión contra Venezuela.
El mismo Donald Trump parece haber sido engañado. Según fuentes cercanas, se dejó llevar por una nota breve del Departamento de Estado que solo contenía tres palabras: «ataque, drogas y Venezuela». Cuando Trump habló, su declaración fue imprecisa. Primero, vinculó la embarcación al «Cártel de los Soles» y luego al «Tren de Aragua». Esta falta de coherencia demostró su desconocimiento. Confirmó que Rubio lo manipuló para que asumiera el costo.
Estos planes han generado rechazo y serios cuestionamientos en la comunidad internacional. La comunidad diplomática y los medios de comunicación, incluso aquellos históricamente hostiles a la Revolución Bolivariana, han puesto en entredicho la veracidad de los hechos. No hay evidencia de drogas, de tripulantes ni de las coordenadas exactas del ataque. Esto alimenta las sospechas de que fue un «falso positivo», una operación de propaganda diseñada para justificar el despliegue militar estadounidense en la región, que cuesta una fortuna a los contribuyentes.
El hecho de que Estados Unidos hunda una embarcación sin verificarla previamente abre la puerta a graves violaciones de los derechos humanos y a la paz regional. Si las autoridades estadounidenses pueden hundir cualquier embarcación que vinculen con el narcotráfico, existe un riesgo real de que asesinen a pescadores o civiles inocentes, simplemente basándose en su propia versión de los hechos.
En un intento por desviar la atención, Marco Rubio llegó a México con la misión de promover aún más la narrativa extremista contra Venezuela. Sin embargo, durante una rueda de prensa, se quedó sin argumentos cuando la prensa lo cuestionó sobre la veracidad de la operación en el Caribe. Rubio no pudo explicar cómo el gobierno de Estados Unidos determinó que los supuestos «terroristas» pertenecían al inexistente «Tren de Aragua».
Ante la falta de avances, el extremismo venezolano, liderado por María Corina Machado, ha redoblado su ofensiva mediática e intentará instaurar más «falsos positivos» en el país. El desespero aumenta, pues prometieron «eventos aislados» para este mes y aún no los han logrado. La orden es mantener la arremetida comunicacional y retomar los planes terroristas que encargaron a Iván Simonovis. La mafia cubano-americana y el extremismo venezolano saben que el tiempo se les agota y están contra reloj.