El arte de la política: ¿Venezuela con “V” de Vietnam? | Por: David Gómez Rodríguez

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La imagen que acompaña este artículo devela que la épica del imperialismo se funda en el horror mientras que la nuestra encuentra su semilla en la dignidad y el heroísmo, uno que supera la politica del terrorismo y hace que a pesar del dolor un nuevo mundo nazca, un mundo que no se parece en nada a lo que que se representa en esta abominable obra de arte (en la cual ahondaremos mas adelante). Vietnam es pintada desde el horror, pero es por el profundo trauma que causó al imperialismo, pues su derrota militar frente a este pequeño país asiatico es considerada como la peor de su historia.

Así como los líderes perseguidos por el imperialismo encarnan a Prometeo, cuando los pueblos se enfrentan a sus opresores encarnan la historia continuada de David contra Goliat. En el Informe político en el II congreso nacional del partido de los trabajadores de vietnam realizado en febrero de 1951, el poeta y líder revolucionario vietnamita, Ho Chi Minh, afirmó “La discrepancia entre nuestras fuerzas y las del enemigo era tan grande que, en aquel momento, algunos comparaban nuestra guerra de resistencia con una lucha entre «un saltamontes y un elefante». Y esa sería la situación si se vieran las cosas con una mente estrecha, solamente desde el ángulo de la fuerza material y en su estado actual. Contra los aviones y la artillería del enemigo sólo teníamos palos de bambú, pero nuestro partido es un partido marxista-leninista. Miramos no sólo al presente sino también al futuro y tenemos la firme confianza en el espíritu y fortaleza de las masas de la nación. Por ello, resueltamente decimos a esa gente indecisa y pesimista: Sí, ahora es un saltamontes contra un elefante, pero mañana el elefante se derrumbará. Los hechos han mostrado que el «elefante» colonialista está perdiendo apoyatura, mientas que nuestro ejército se ha vuelto un poderoso tigre”.  

Las condiciones históricas y materiales de la sociedad vietnamita dan cuenta de las profundas contradicciones que dieron pie a una revolución de carácter socialista. No se trata sólo de la lucha armada de resistencia frente al imperialismo, sino de las relaciones de poder que fundan la realidad. En 1888 la situación colonial hacía que Vietnam no fuera más que un país despojado de su soberanía y dignidad, con un analfabetismo de casi el noventa por ciento de la población y con niveles de pobreza insólitos, que contrastaban con el robo que los franceses hacían del caucho, el carbón, el tabaco y las siembras de arroz. Con la llegada del siglo XX las fuerzas coloniales promovieron el desarrollo industrial necesario para la expoliación sistemática e institucionalizada. Ya para los días de la revolución de agosto de 1945 la indignación del pueblo, conducida por el aparato organizativo desarrollado por los seguidores de Ho Chi Minh, fue tan poderosa que los revolucionarios impusieron nuevas condiciones políticas e históricas tras el alzamiento de los sectores populares y el inicio, en 1955, del conflicto armado entre la Vietnam comunista (Norte) y la dominada por la colonia (Sur).

Después de un largo proceso de organización territorial y lucha ideológica llegó el momento más sangriento y desgarrador, en 1965 las fuerzas de los marines norteamericanos se sumaron a la ofensiva desde Vietnam del sur, en una zona conocida como Conchinchina. Inició entonces una guerra que involucraría a todo el pueblo. Fueron más de tres millones de muertos vietnamitas en un despliegue de crueldad y violación de derechos humanos por parte de EEUU. Pero al mismo tiempo fue una prueba de organización, heroísmo y patriotismo que los seguidores de Ho Chi Minh dieron al mundo al imponer los ideales revolucionarios y la unidad nacional como fundamentos de una estrategia que puso de rodillas al ejército invasor, logrando la orden de retirada del entonces presidente de EE.UU., Richard Nixon, dando la victoria del bloque socialista. No se trataba solo de la victoria de los vietnamitas, podemos decirlo en palabras del propio Ho Chi Minh “Debemos tener presente que nuestro éxito se debió a la gran victoria del Ejército Rojo soviético sobre los fascistas japoneses, a la amistosa ayuda de la solidaridad internacional, a la estrecha unidad de todo nuestro pueblo y a los heroicos sacrificios de nuestros predecesores revolucionarios”. Entonces, la lucha no solo tiene un contexto nacional, sino que se inscribe en un escenario mucho más complejo en el terreno de la geopolítica, me pregunto: En medio del nacimiento de un nuevo orden mundial determinado económicamente por los BRICS y la decadencia del modelo civilizatorio occidental ¿La agresión del imperialismo norteamericano contra Venezuela tiene que ver sólo con asuntos vinculados a su supuesta preocupación por el “narcotráfico”? Confiaré en la inteligencia de ustedes los lectores para responder.

Pensando en Vietnam y basado en su experiencia como comandante guerrillero, Ernesto “Che” Guevara escribió que en la guerra total del pueblo se pasa por tres etapas; se inicia con guerrillas de pequeño tamaño, de extraordinaria movilidad, diluibles completamente en la geografía física y humana de la región. Al transcurrir el tiempo se producen procesos cuantitativos que a su vez dan paso al gran salto cualitativo que constituye la guerra de movimientos. Se trata entonces de la organización de grupos más compactos, de visión estratégica, que actúan dominando zonas enteras; aunque sus medios son mayores y su capacidad de golpear al enemigo mucho más fuerte, la movilidad sigue siendo su cualidad más valiosa. Después de otro período, cuando maduran las condiciones, se llega a la etapa final de la lucha en que el ejército se consolida e inicia a la guerra de posiciones, como sucedió en Diên Biên Fu, que fue la estocada a la dictadura colonial. “La guerra de guerrilla no es sino una expresión de la lucha de masas y no se puede pensar en ella cuando ésta está aislada de su medio natural, que es el pueblo; la guerrilla significa, en este caso, la avanzada numéricamente inferior de la gran mayoría del pueblo que no tiene armas pero que expresa en su vanguardia la voluntad de triunfo (…) La consigna «dinamismo, iniciativa, movilidad, decisión rápida ante situaciones nuevas», es síntesis de la táctica guerrillera, y en esas pocas palabras está expresado todo el dificilísimo arte de la guerra popular” (Prólogo al libro Guerra del pueblo, ejército del pueblo del General Vo Nguyên Giap, 1964).

Volviendo a la obra de arte. El artista norteamericano Peter Saul produjo una serie de pinturas con la temática de Vietnam. La serie de pinturas se clausura con Pinkville (1970), donde un gringo uniformado y deformado, usa sus brazos para violar y ejecutar a cuatro mujeres vietnamitas, a las cuales retrata de una forma grotesca y soez. El soldado tiene cuatro brazos y cada uno tiene tatuado palabras que describen sus crimenes, como “corrupción”, «perversión”, “tortura» y «violación sádica». Debajo de él hay un sendero hecho de dinamita muy cerca de un fósforo encendido que sostiene el marine mientras quema los órganos genitales de una de las mujeres. La pintura retrata los sucesos del 16 de marzo de 1968, cuando cien soldados estadounidenses entraron en Son My y masacraron a más de quinientas personas, violando y torturando a muchas más. Esto es un documento histórico, pero también es metáfora del napalm, del horror, del ejercicio del fascismo por parte del imperialismo norteamericano. A pesar de que el arte pop ha sido utilizado de manera  comercial, suntuaria y frívola, Peter Saul lo llena descarnadamente de contenido político y lo fusiona con el surrealismo. Existe en sus pinturas un exceso de elementos, un sobrecargo visual de figuras repulsivas. Pinkville no es Venezuela, pero sí debe ser una referencia de todo los que debemos organizarnos y combatir para derrotar el fascismo antes de que se imponga.

Ayer como hoy la estrategia y el objetivo es claro, el General Vo Nguyên Giap (1964) la escribió de la siguiente manera “En la coyuntura actual del mundo, una nación, aunque sea pequeña y débil, que se alce como un solo hombre bajo la dirección de la clase obrera para luchar resueltamente por su independencia y la democracia, tiene la posibilidad moral y material de vencer a todos los agresores, no importa quienes sean. En condiciones históricas determinadas, esta lucha por la liberación nacional puede pasar por una lucha armada de larga duración —la resistencia prolongada— para alcanzar el triunfo”. Este principio sigue estando vigente en nuestros tiempos. Parece un axioma: un pueblo no puede ser derrotado por una potencia extranjera si tiene fuerza ideológica y orgánica. Es por ello que vemos en la unidad popular-militar-policial de Venezuela una inquebrantable fortaleza. La conciencia patria, la unidad desde el punto de vista militar y la organización popular tienen el poder de repeler cualquier intento de mancillar la soberanía de un un pueblo.

En el informe antes citado, Ho Chi Minh también habla del papel del partido en la guerra y pone como una de sus principales tareas la formación, lo dice con las siguientes palabras “el partido debe tratar de dar formación ideológica para elevar los niveles políticos de sus miembros. Se debe promover un estilo colectivo de trabajo. Las relaciones entre el partido y las masas deben fortalecerse. La observancia de la disciplina, el respeto a los principios y al espíritu de Partido deben realizarse en cada miembro del partido”. Esta misma concepción la defiende el comandante Ernesto “Che” Guevara cuando afirma que “en esta lucha, el ejército no es sino una parte del partido dirigente de la lucha. De la estrecha ligazón que existe a su vez entre el ejército y el pueblo; cómo ejército y pueblo no son sino la misma cosa, lo que una vez más se ve corroborado en la síntesis magnífica que hiciera Camilo: «el ejército es el pueblo uniformado»”. Esta es la idea que el Comandante Chávez utiliza para fundar a la Milicia Bolivariana como componente del ejército, lo hace inspirado en Zamora y con profunda conciencia antiimperialista.

En el Decreto de guerra a muerte (1813) Bolívar plantea “Que desaparezcan para siempre del suelo colombiano los monstruos que lo infestan y han cubierto de sangre; que su escarmiento sea igual a la enormidad de su perfidia, para lavar de este modo la mancha de nuestra ignominia, y mostrar a las naciones del universo, que no se ofende impunemente a los hijos de América”. Para cumplir ese mandato, todos los venezolanos y venezolanas se están alistando en las filas de la milicia bolivariana. No se trata de una coyuntura, se trata de defender y ejercer la venezolanidad con orgullo y verdadero sentido, el que piense lo contrario no es más que un cipayo. ¡Nos vemos en la plaza Bolívar, nuestra trinchera de dignidad! Para decir juntos ¡Viva Venezuela! Con “V” de victoria.

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