El presidente estadounidense Donald Trump reconoció públicamente este martes 5 de agosto que los migrantes expulsados durante su gobierno son difíciles de reemplazar. La declaración, hecha en una entrevista con CNBC, subraya el profundo impacto de su política migratoria, especialmente en sectores cruciales como la agricultura.
Trump, quien históricamente ha defendido una postura de línea dura en inmigración, ahora enfrenta la realidad de una escasez de mano de obra que ha afectado directamente a la economía del país. De hecho, sus palabras marcan un cambio notable en su retórica, pues busca equilibrar su promesa de control fronterizo con las necesidades prácticas de las industrias nacionales.
Durante la entrevista, el presidente Trump fue enfático al describir la dificultad de cubrir los puestos de trabajo en el campo, que tradicionalmente ocupan los migrantes. «La gente que vive en las ciudades no hace ese trabajo. Lo hemos intentado. No lo hacen», afirmó. «Estas personas lo hacen de forma natural».
Estas palabras contrastan fuertemente con la visión que su administración ha promovido por años, lo que sugiere una nueva perspectiva sobre el papel de los trabajadores extranjeros en la economía estadounidense. Por lo tanto, Trump ha ordenado a su equipo que desarrolle nuevas regulaciones que permitan a algunos de estos trabajadores regresar al país de forma legal, un giro significativo que busca mitigar el daño económico.
El presidente aseguró que, si bien su administración sigue enfocada en deportar a personas con antecedentes criminales, están trabajando en soluciones pragmáticas. «Queremos proteger a los agricultores. No vamos a hacer nada que los perjudique», afirmó. «En algunos casos, los estamos enviando de vuelta a sus países con un permiso para que luego regresen legalmente».
Beneficios
Este enfoque, por consiguiente, busca una solución que beneficie tanto a las empresas como a los trabajadores, lo que demuestra un reconocimiento de la interconexión entre la política migratoria y la estabilidad económica. A su vez, esta medida podría apaciguar a los líderes de la industria, quienes han criticado fuertemente las consecuencias de las deportaciones masivas.
Las declaraciones del presidente Trump surgen después de la publicación de un informe de empleo que su gobierno ha criticado duramente. El documento refleja una baja de 1,7 millones de empleos ocupados por extranjeros entre marzo y julio. Mientras que, en el último mes solo se crearon 73 mil nuevos empleos netos. Estos números han intensificado la presión sobre la Casa Blanca para encontrar una solución, lo que probablemente motivó el reciente cambio de postura.
En junio, Trump ya había anticipado posibles ajustes para evitar impactos negativos en industrias que dependen del trabajo de migrantes, aunque siempre manteniendo una retórica de control fronterizo firme. Sin embargo, su más reciente declaración es la admisión más explícita de que la mano de obra extranjera es indispensable para ciertos sectores de la economía estadounidense.