El presidente de Estados Unidos Donald Trump anunció este viernes la duplicación de aranceles sobre las importaciones de acero a EE.UU.
«Vamos a imponer un aumento del 25 %, vamos a elevar del 25 % al 50 % los aranceles sobre el acero que entra en los Estados Unidos de América, lo que reforzará aún más la industria siderúrgica en los EE.UU.», afirmó durante una visita a la planta de US Steel en West Mifflin, Pensilvania.
El mismo día, el presidente anunció en la red Truth Social que el aumento de las tarifas hasta el 50 % también se aplicará al aluminio importado a Estados Unidos. Los cambios entrarán en vigor el 4 de junio.
Los principales países de origen del acero importado por EE.UU. son Canadá, Brasil y México, seguidos por Corea del Sur y Vietnam.
Los aranceles vigentes de 25 % impuestos por Trump al acero y el aluminio extranjeros, como parte de su ‘guerra arancelaria’, entraron en vigor en marzo, tras la expiración de exenciones y cuotas libres de impuestos.
El anuncio hecho el viernes de un asombroso gravamen del 50% a esas importaciones generó temor de que las compras de alto costo, desde automóviles hasta lavadoras y casas, pudieran experimentar importantes aumentos de precios. Pero esos metales son tan ubicuos en el embalaje que probablemente tendrán un gran impacto en una amplia gama de productos de consumo, desde sopas hasta frutos secos.
“El aumento de los precios de los comestibles sería parte de los efectos en cadena”, afirmó Usha Haley, experta en comercio y catedrática de la Universidad Estatal de Wichita, y agregó que los aranceles podrían aumentar los costos en diversas industrias y tensar aún más las relaciones con los aliados de Estados Unidos “sin contribuir a un resurgimiento a largo plazo de la fabricación en Estados Unidos”.
Explicación presidencial…
Trump se presentó ante una multitud de trabajadores siderúrgicos que lo aclamaban para presentar los nuevos aranceles en un mitin en las afueras de Pittsburgh. En un comunicado, David McCall, presidente del sindicato United Steelworkers International, calificó los gravámenes como “una herramienta valiosa para equilibrar la balanza”, pero “se necesitan reformas más amplias de nuestro sistema comercial global”.
Puede ser más difícil medir el peso de los aranceles en, digamos, una lata de garbanzos frente a un automóvil nuevo, pero los consumidores probablemente verán una miríada de costos indirectos derivados de los gravámenes, dice Andreas Waldkirch, catedrático de economía que imparte una clase sobre comercio internacional en el Colegio Colby.
“Cualquiera que esté directamente vinculado con la industria del acero se beneficiará. Ello simplemente tendrá un costo muy alto”, afirma Waldkirch. “Puede que consigas algunos empleos más en la industria del acero. Pero todos estos costos indirectos significan que luego destruyes empleos en otros lugares. Si sumaras todo eso, obtendrías una pérdida negativa bastante grande”.