Faltan horas para que comiencen los Juegos Olímpicos de París 2024 y la organización de este magno evento deportivo está estrepitosamente cayendo a cada minuto. Algunos vaticinan un fracaso evidente por la recurrente falta de producción y mal manejo de algunas situaciones que se suscitarán en los próximos días en la capital francesa.
Comenzando por la caída en picada de la tan proclamada neutralidad olímpica que resultó más una máscara para ocultar ante el gran público el poder del Norte global, y para más señas los países que quedaron fuera: Rusia y Bielorrusia. Lejos de establecerse como un espacio de distensión y concordia, al margen de cualquier diatriba incluso política o ideológica, los JJ.OO. representan el viejo arte de enseñar el músculo, literalmente, que maneja los intereses de esta plaza disfrazada de deportiva.
El detalle es que en la capital francesa, están decididos a que el descontento por las medidas y la sordera impuesta se haga sentir en cada uno de los escenarios dispuestos para las Olimpíadas de este año.
Precisamente, ya son más palpables estas manifestaciones ya que horas antes de la apertura oficial de los Juegos Olímpicos, este viernes, se paralizó la red de tren de alta velocidad de Francia como consecuencia de un ataque masivo. Los fallos afectaron diversas esferas, entre ellas el transporte y el abastecimiento de alimentos. 800 mil viajeros resultarán afectados por los problemas según el reporte de la prensa local.
Efecto dominó
El rechazo a estos juegos se evidenció según los expertos ya que en un principio, la organización esperaban la presencia de 600 mil personas para la ceremonia inaugural. Luego se redujo esta cifra a 320 mil, y todavía se esperan más caídas de asistencia. Además, 200 mil entradas podrían dedicarse al público prioritario (clubes, asociaciones…) y no al público general.
La sorpresa mayor se la llevaron algunos que visitan la «ciudad de la luz» y resulta que debido a los JJ.OO. se restringió algunas zonas por motivos de seguridad y militarizaron la ciudad como no lo había hecho desde la II Guerra Mundial. Esto obligó a turistas, trabajadores y residentes a descargarse un código QR para acceder a ellas. Sin embargo, a veces no funciona.
Daños colaterales llamaron a 3 mil estudiantes de la Universidad de París que vivían en los campus los sacaron de sus habitaciones, además las requisaron por completo, solo para albergar a los policías y bomberos traídos para los JJ.OO. La mayoría no tiene dónde vivir porque subieron los alquileres justamente para sacarle provecho durante estos juegos.
Las autoridades parisinas dedicaron una limpieza «Por donde pasa la reina» en la ciudad y llevan meses deportando a las personas «sintecho» y solicitantes de asilo, o incluso aquellas en situación de calle de París. Las han obligado a movilizarse hacia otras ciudades, en vez de resolver el problema de la vivienda y la inseguridad ciudadana.
Costuras afuera
Para el doctor en ciencias sociales por la Universidad Central de Venezuela, Pedro García Avendaño, «el deporte moderno, cuyos orígenes se cifran en el siglo XIX, es un hijo cultural del capitalismo», razón por la cual es imposible que esté al margen de sus dinámicas.
Por tanto, a su juicio, «el movimiento olímpico moderno no fue una alianza partidaria de la paz y hermandad entre los pueblos», en tanto «nació con el designio de unificar espiritualmente a las élites aristocráticas, burguesas y militares de los imperios de Occidente», los únicos que cabían en el estrecho paraguas de la «hermandad entre naciones«.
