La libertad según la derecha | Por: Harim D’Santiago

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El asalto a la Embajada de México en Quito es una especie de cable a tierra para todos aquellos ilusos que creen en el cuento de los “libertarios” , Bukele, Milei, Noboa y otros aspirantes a libertarios que aún no superan ese rango.

Allí está un buen ejemplo de la libertad que pregonan, la libertad de pasarle por encima a cualquier norma legal, a los derechos humanos, a las convenciones internacionales y a todo lo que interfiera en su afán de controlar los recursos naturales y los gobiernos del mundo.

Sólo bastó una orden desde el palacio de gobierno en Ecuador para atacar una embajada, invadirla, llevarse detenido a un perseguido político que ya había recibido asilo diplomático y presentarse ante el mundo con su rostro joven, déspota, sonriente, condecorado en España, porque tiene el aval de la mafia que mueve los tentáculos de la política.

Entre los principios que esas élites están dispuestas a saltarse, está el derecho a la vida: la masacre que comete Israel contra el pueblo de Gaza es la mayor evidencia, siempre que seas parte de la élite auspiciada por el Gobierno corporativista de EEUU, tienes derecho a matar sin temor a que te sentencien a un bombardeo como los sufridos en su momento por Irak, Libia y Siria.

La derecha no cree en el derecho internacional, ni en las convenciones diplomáticas, ni en los derechos humanos, ni en nada, sólo los usa a su conveniencia, y cuando no les conviene, sin ningún tipo de vergüenza, los hace trizas para demostrar quién tiene el poder de hacer daño, mientras más sangrienta sea su demostración, mejor, porque el terror es su carta de presentación para evitar futuros obstáculos.

A un lado de Venezuela, los vecinos guyaneses se envalentonan, preparan una alianza multinacional (Estados Unidos, Canadá e Inglaterra), para abrogarse el derecho de expoliar las riquezas de esas tierras, desconociendo la titularidad histórica de Venezuela sobre el territorio Esequibo.

Así las cosas, en las cárceles de Bukele crece la tasa de muertos en el contexto de su “modelo de mano dura”, y Milei echa a la calle decenas de miles de trabajadores públicos sin pudor. No existen hasta ahora organismos internacionales que hayan hecho pronunciamientos conclusivos para detener esta novedosa ola de paladines “libertarios”. La derecha y sus delfines avanzan sin grandes presiones de la “comunidad internacional”; la libertad es para ellos un oasis de impunidad.

 

 

ÚN.


 

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