Aspecto esencial de la narrativa opositora, ha sido desde siempre el conflicto ideológico al que se enfrenta cada vez que se toca el tema de la defensa de la Patria, o de todo lo que tenga que ver con ella, como lo ha sido, por ejemplo, su terca reticencia al cumplimiento del mandato del Libertador de incorporar una octava estrella al Pabellón Nacional, tal como lo ordenara el presidente Chávez en 2006. Algo tan aparentemente insignificante e inofensivo desde el punto de vista práctico, pero que tanta importancia tiene para el fortalecimiento de nuestra identidad y nuestra soberanía como nación.
Un conflicto que los sectores derechistas heredan desde la fundación misma de la Patria, cuando los ancestros de la oligarquía actual, la godarria de la época colonial, se oponía furiosa a la propuesta independentista bolivariana que hablaba de abolición de la esclavitud y repartición de la tierra entre la inmensa población campesina que entregó hasta su vida por la causa libertadora.
Desde entonces, apellidos tan representativos del liderazgo opositor de hoy, como Zuloaga o Mendoza, entre otros, han aparecido siempre como financistas o promotores directos de las peores causas contra la Patria, tal como lo recoge magistralmente el historiador Federico Brito Figueroa en su libro “Tiempos de Zamora”.
De ahí que cuando le toca hablar de la Patria, por lo general se refiere a algo completamente distinto a lo que encierra la etimología del término, asumiéndola simplemente como sinónimo de “activo chavista”, al cual se considera en la obligación de confrontar, así se trate de la octava estrella de la bandera, o de la imagen misma de Simón Bolívar tantas veces despreciada por ellos.
Ahora, con el resurgimiento del diferendo con la república de Guayana por la soberanía sobre el Territorio Esequibo, la derecha vuelve de nuevo sobre sus pasos, descalificando las acciones del Gobierno Revolucionario en la defensa de nuestros derechos, acusándolo de entreguista sin el menor fundamento.
Ellos, que vendieron el país en la forma más impúdica con motivo de su gobierno ficticio de transición, usan de nuevo a la Patria como un vulgar recurso discursivo, cuando en realidad no tienen, ni han tenido nunca, la más mínima vocación de verdadero patriotismo.
ALBERTO ARANGUIBEL
@SoyAranguibel
ÚN.