Bajo el claro sol de Roma, frente al monumento a Simón Bolívar, las delegaciones internacionales escuchan el discurso del invitado, el Ministro por el poder popular de Agricultura y Tierras de Venezuela, Wilmar Castro Soteldo. Soteldo, enviado por el gobierno bolivariano para participar en la 43 conferencia de la FAO, cita a Hannah Arendt (“es la acción política del ser humano la que define su humanidad”), y recuerda el discurso pronunciado por el Libertador ante el Congreso de Angostura, lo cual se reunió del 15 de febrero de 1819 al 31 de julio de 1821, y culminó con el anuncio de la Gran Colombia. Cada 5 de julio, se recuerdan las Actas de inicio de la independencia, firmadas en 1811: “una batalla que no ha terminado”, dice el ministro, resumiendo el sentido de la denuncia presentada ante la FAO contra las medidas coercitivas unilaterales ilegales, impuestas a los pueblos que quieren decidir su propio destino. Al finalizar el acto, el ministro nos concedió esta entrevista.
¿Cuál fue el propósito de su viaje y qué resultados logró?
He venido a representar a nuestro país después de años en los que estuvo suspendido nuestro derecho al voto, el cual ahora podemos ejercer nuevamente, gracias a la gestión de nuestra embajadora ante la FAO dentro del comité organizador de esta 43ª conferencia. Logramos recuperar los votos de los países que habían sido suspendidos y así pudimos participar en la reelección del presidente Que Dongyu. Y este fue el primer resultado. En segundo lugar, pudimos ilustrar las tres grandes líneas, las tres grandes reflexiones que definen la política agrícola de nuestro país, mostrar los resultados que se reflejan en los números presentados por los organismos internacionales, que confirman los de nuestro ministerio e del Banco Central. Mostrar el reflejo de estos datos en la política fue fundamental para nosotros. En consecuencia del bloqueo, en 2016, nuestro abastecimiento fue solo del 12%. Poder llegar hoy a más del 100% del abastecimiento, y con un 84,3% de producción 100% nacional, se debe precisamente a un conjunto de políticas públicas, diseñadas y puestas en práctica por nuestro compañero Presidente Nicolás Maduro y por el equipo técnico que lo asiste. Un resultado alcanzado gracias al esfuerzo de los campesinos y campesinas, de los productores libres y asociados y de los productores del sector agroindustrial de la economía real del país, sobre la base de la “alianza científica campesina”; que ha permitido a Venezuela ser ahora autosuficientes en la producción y suministro de alimentos y, de hecho, tener un pequeño excedente para la exportación. Por ejemplo, estamos entre los principales exportadores de camarones y productos pesqueros. Estamos exportando café, tenemos registrada una exportación de carne de res a Medio Oriente y de carne de cerdo a países amigos del Caribe. Empezamos exportando frutas exóticas y establecimos buenos contactos con algunos países europeos interesados. En tercer lugar, hemos sugerido algunos cambios conceptuales a la FAO. Proponemos la revisión de algunos conceptos que consideramos fundamentales para acercarnos a la realidad nutricional de los pueblos del mundo, como el de seguridad alimentaria, para ser sustituido por el de soberanía agroalimentaria.
¿Por qué?
La soberanía agroalimentaria implica que los países del mundo recuperen su modelo de consumo ancestral, fortalezcan el cultivo de los sectores tradicionales que históricamente han definido su alimentación. Esto permitiría depender lo menos posible de las tecnologías importadas por las multinacionales, que nos inundan con sus aditivos químicos, agrotóxicos, con sus maquinarias estandarizados. Esto permitiría a los pueblos desarrollar de forma independiente su propia alimentación, que en cambio hoy en día gira principalmente en torno al maíz, arroz, trigo y soja, que se producen en grandes regiones y donde, en general, tienen el control las multinacionales, que definen el precio de las materias primas, mientras, en nuestros países, los agricultores y campesinos producen alimentos con un poco de ayuda de organismos internacionales y gobiernos. Llevamos este elemento al debate, al que añadimos el tema del conocimiento. Más que la imposición de tecnología, consideramos fundamental el intercambio de conocimientos, el intercambio de experiencias, constatadas o por corregir, que hemos vivido en la práctica agrícola de nuestro país, y que pueden ser asumidas o elaboradas por otros, adaptándolas a las diferentes regiones.
¿Por ejemplo?
Por ejemplo la agricultura regenerativa, que nuestros campesinos llaman “la captación de agua y la captura de dióxido de carbono”. Una experiencia que ha dado muchos frutos en países africanos y también en los de nuestra región, como México, y que estamos adaptando a nuestro suelo y clima en Venezuela. Por ejemplo, la técnica de clonación aeropónica, que nos ha permitido desarrollar 67 variedades de papas. No se trata, por supuesto, de una modificación genética, sino de una réplica natural de la planta en condiciones originales y óptimales, y con mayor capacidad de resistencia, mediante un sustrato gelatinoso protegido, que estamos produciendo en el país y que tiene mayor valor y fuerza nutricional, porque también se recrea en altura, en un espacio natural, controlado y protegido, libre del uso de insecticidas que destruyen la biodiversidad del suelo circundante. Nuestros campesinos y campesinas la llaman “recolección de agua” porque permite mantener en equilibrio el nivel de la napa freática y la humedad del suelo.
En 2013, la FAO reconoció la importancia del modelo venezolano en la lucha contra el hambre y la pobreza. Desde entonces, tras la desaparición física de Chávez, el imperialismo ha tratado por todos los medios de impedir el mayor desarrollo del país. ¿Qué le pide hoy Venezuela a la FAO?
Frente a la aplicación arbitraria de las medidas coercitivas unilaterales contra nuestro país, hemos exigido la intervención de la FAO, como parte importante de las Naciones Unidas, como organismo encargado de resolver los problemas que obstaculizan el desarrollo de la agricultura en el mundo. Le hemos pedido que intervenga ante la ONU y los organismos competentes para que nos sean devueltos los más de 2.000 millones de dólares y oro incautados en bancos europeos y que estaban destinados al desarrollo agrícola de nuestro país. Un último punto que destacamos a la FAO se refiere a la internacionalización de la agricultura, la posibilidad de que Venezuela pueda exportar libremente sus productos al mundo, y que los inversionistas extranjeros puedan considerar las posibilidades que ofrecen las más de 2 millones de hectáreas disponibles para el desarrollo de la agricultura.
En los últimos meses se han realizado en Caracas algunas importantes ferias agrícolas internacionales, que han contado con la participación de diversos productores europeos. ¿Está empezando a resquebrajarse el frente de las “sanciones”?
En lo que respecta a la agricultura, hemos descubierto que el café no solo es la segunda bebida más consumida en el mundo, no solo ofrece ventajas ecológicas porque permite la preservación de las fuentes de agua de nuestro país, especialmente en la cordillera, sino que también tiene otra característica importante: la de ser bebida de la diplomacia de paz. El año pasado, en la primera reunión internacional del café, hubo la participación de más de 15 países del mundo, incluidos 4 europeos, y de Eurasia, Turquía, Medio Oriente, China. Este año solicitaron participar más de 45 países. Por falta de tiempo, pudimos incorporar solo a 22. Y dos importantes empresas italianas, reconocidas internacionalmente, han regresado a nosotros, desafiando las restricciones impuestas por el arbitraje internacional. Esto también es cierto en otras áreas de nuestra economía, comenzando por los hidrocarburos: desde el petróleo hasta el gas, desde la industria petroquímica y siderúrgica. La conciencia de que el bloqueo como forma de presión ha fracasado, que es una acción criminal inútil y nociva que debe ser aislada, va haciéndose espacio en el mundo. En la FAO tuvimos un ejemplo de esto. En dos ocasiones, el representante de los Estados Unidos trató de objetar la presencia de nuestra embajadora en el Comité de Dirección del Comité General de Credenciales y Gestión de Conferencias, pero nadie lo siguió: se encontró solo. Lo ignoramos hasta que, ante la insistencia, aplicamos el principio de reciprocidad. Sin embargo, nadie siguió a EE.UU. y se respetó el voto del resto de países.
En este año preelectoral, los representantes de la derecha, que tienen su centro en Europa, intentan tergiversar las cifras de un renacimiento económico-productivo que muestra la posibilidad de otro modelo de desarrollo. ¿En qué se basó este renacimiento, al que sin duda contribuyó usted, también a través de su muy popular programa Cultivando Patria?
Nuestros enemigos tratan de enmascarar los desastres y el fracaso de su modelo, la violencia fascista que produce, fabricando mentiras contra los pueblos que, como el nuestro, quieren construir su propio destino. Sin embargo, las mentiras se vuelven contra ellos mismos. Nuestros logros se deben, ante todo, al firme apoyo que nos ha brindado el compañero presidente Nicolás Maduro, permitiéndonos asumir esta responsabilidad. En segundo lugar, el mérito es de la población campesina que, gracias a su alto nivel de conciencia política y en sus diversas formas de organización, se puso a trabajar en el campo con uñas y dientes, y luchó contra todas las llagas y obstáculos. También hay que decir gracias a ese sector agroindustrial que creyó en el proyecto nacional de Nicolás y en el nuestro, para avanzar en políticas públicas de desarrollo. Lo estamos logrando gracias a la irreverencia, al espíritu de rebeldía que es parte del ADN de nuestro pueblo, que no se dio por vencido, y que ha vuelto a traer la guerra de todo el pueblo al campo porque, como uno de nuestros hermanos gobernadores dice: producir es vencer.
Por tratar de ayudar al pueblo a romper el cerco importando alimentos y medicinas, el diplomático venezolano Alex Saab está ahora como rehén en prisiones estadounidenses. ¿Qué mensaje se le puede enviar desde esta 43ª Asamblea de la FAO?
El imperialismo no perdona al compañero y hermano Alex Saab haber actuado sin miedo para traernos medicinas y alimentos que no pudimos conseguir, en los momentos más difíciles del asedio a nuestro país, burlándose del bloqueo. Ahora, después de haberlo secuestrado en un país que debería haber sido neutral, lo acusan calumniosamente para ocultar la flagrante violación del derecho internacional. Estados Unidos no cree en las normas y en los organismos que regulan el orden mundial. Por ello, debemos redoblar nuestros esfuerzos para que la verdad y la justicia triunfen, para que pronto nuestro hermano y compañero pueda volver a casa y retomar su actividad.
Como ex soldado que participó en el levantamiento del 4 de febrero de 1992, usted ha vivido desde dentro la transformación revolucionaria de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. ¿Cuál fue el aporte de la Fanb a la recuperación económico-productiva del país?
Nuestra Fanb es por naturaleza bolivariana, antiimperialista, unionista y ahora socialista. Cree en los valores de la Patria grande, de la patria que va desde el Río Grande hasta la Patagonia, resumidos en el Discurso de Angostura. La Patria que soñaron Bolívar y Martí. Una genética a la que se ha sumado la “fórmula mágica” aplicada por Chávez con la unión cívico-militar del pueblo en armas, de la milicia bolivariana, del ejército del pueblo que se levantó para defender la república bolivariana contra el golpe, y que hoy se dedica a servir al pueblo, a llevarle medicinas, a reparar casas, a prestar servicios públicos. El pueblo uniformado es parte de nuestra democracia participativa y protagónica, que ha dejado de lado para siempre el carácter represivo para el que fuimos formados los soldados antes de la llegada de Chávez. En Roma, fuimos a visitar la tumba de Gramsci. La filosofía de la praxis de la que habla el marxista italiano, para nosotros no es sólo un precepto institucional, sino una realidad viva que se condensa en la unión cívico-militar, y que ha impedido al imperialismo de doblegarnos. En cuanto a la táctica y la técnica que nos permitió resistir, no la revelamos, la forma de lucha no se revela.