Revolucionar, es liberar, liberar es sinónimo de emancipar, de soltar las ataduras, de no limitarnos de asumir nuestras formas, nuestros ritmos, tiene que ver con aceptar, con ser conscientes de que estamos en el campo de combate y eso no nos hace impenetrables, el enemigo siempre está allí y se presenta de múltiples formas, buscará penetrar nuestra mente, mantenernos distraídas y distraídos para que nos despoliticemos buscando con ello que nos desideologicemos, nos desmoralicemos y con ello nos desmovilicemos. Dejando así que “de la política se encarguen los políticos”.
Somos una Revolución construida por hombres y mujeres de verdad, que asumimos al Gigante Chávez como líder indiscutible y de sus enseñanzas cotidianas construimos doctrina, método para procurar avanzar en colectivo con la claridad de quién es el enemigo (el imperialismo), con un plan definido para construir el Socialismo, con vocación de poder y con una fuerza inquebrantable que nos invita a luchar cada día sabiendo que tanto nuestra vanguardia como nosotras y nosotros estamos en construcción permanente de su (nuestra) conciencia para lo cual debemos hacer un esfuerzo para derribar viejas estructuras y visiones del “ser revolucionario”, entre ellas aquella que promueve el callar la emotividad para hacernos y mostrarnos más fuertes. Se podría decir que desde siempre se nos ha enseñado que la resistencia a la emocionalidad nos hace más fuertes, que quien se asume como parte de una revolución está dispuesto a entender al otro a la otra pero no a sí mismo y esta es de las más crueles mentiras de la fantasía capitalista impuesta sobre la idealización revolucionaria nos pone frente a nuestros pies.
Me pregunto, ¿Qué tanto vale el riesgo de silenciar nuestras emociones, qué tanto nos acerca, qué tanto nos debilita?
Hago estos cuestionamientos de forma abierta valiéndome de las palabras del Comandante Ché Guevara, que hemos oído, leído y compartido en más de una ocasión: “Hay que endurecerse sin perder jamás la ternura”, esta amorosa invitación comprende una de las profundidades más complejas del devenir revolucionario, entender que detrás armadura o estructura impenetrable, estamos las personas que permiten revolucionar las energías, capaces de mover al mundo.
Es normal que hablar de vulnerabilidad en medio de un embate político como este en el que estamos involucrados todas y todos, parezca innecesario, e incluso imposible, aun cuando la puesta en práctica del amor, la empatía y la protección de la salud mental como fuerza principal es una herramienta esencial para enfrentar la batalla del desafío histórico que nos hemos propuesto. Sigamos adelante, estamos venciendo.
¡Palabra de mujer!
CAROLYS PÉREZ.
@carolyshelena