Brasil registró en las últimas 24 horas su tope más alto de fallecidos en un día a causa de emergencia sanitaria por la pandemia. Según las autoridades sanitarias la jornada fue de 1.582 víctimas, lo cual abultó el salto de vidas perdidas por el covid-19 a más de 251 mil.
El caso brasileño es el segundo con más fallecidos en el mundo a causa de la enfermedad, y el tercero con más casos de contagios, con más de 10 millones 300 mil.
La situación de los últimos días revela que lo que sigue pasando en el país es grave, y que lo que vendrá será peor.
El Ministros de Salud, Eduardo Pazuella, reconoció que el país está pasando por una “nueva etapa de la pandemia” a causa de una variante del virus tres veces más contagiosas de lo visto hasta ahora.
Esta cepa que está agudizando el problema de la emergencia sanitaria se trataría de la P.1 detectada en ese país en el estado de Amazonas.
Al mismo tiempo el funcionario de salud precisó que la crisis sanitaria ocasionada por el virus no puede focalizarse como graves en una zona respecto a otras. Más bien reconoció que la expansión de la enfermedad es general. Sobre esto añadió claramente que “esa es la realidad que vivimos hoy”.
A lo mejor resignado, Pazuello concluyó que “Este virus ya es parte de la vida cotidiana, está en otros estados brasileños”.
Bolsonavirus
Mucho de la gravedad de la enfermedad Brasil es responsabilidad del presidente Jair Bolsonaro. Al comienzo de la pandemia desestimó al virus como una gripezinha.
A causa de este desprecio mortal hacia una enfermedad también mortal, la nación sudamericana rápidamente se colocó en los primeros lugares de una estadística en la que nadie desea estar.
Sobre esta determinación política de relativizar la pandemia que este jueves le costó la vida en un solo día a 1.582 personas, los detractores del presidente concluyeron que el principal problema de Brasil, era el “bolsonavirus”.
Partidos políticos de la izquierda y la derecha al menos coinciden en que el presidente es responsable de la gravedad de la situación. Incluso las iglesias evangélicas han llegado a solicitar al congreso su destitución.