El negacionismo puede verse como una técnica propagandística que genera confusión o puede verse como un comportamiento humano. En ambos casos busca negar aspectos de la realidad o la realidad en su totalidad. No importa si los argumentos del negacionista chocan con una realidad empíricamente cuantificable. En nuestros días abundan estos expertos con fecha de vencimiento que buscan legitimar con un prestigio en continua decadencia y devaluado, construir una realidad alterna, en la que solo habitan los cientos de dólares que cobran por tratar de imponer sus distorsiones, medias verdades y tergiversaciones.
A dichos voceros del negacionismo, les conviene ocultar las cifras de lo que ingresaba en términos económicos a Venezuela antes y después del bloqueo criminal de los Estados Unidos, les interesa ocultar dicha realidad para continuar una agenda de agresión contra el Gobierno y pueblo venezolano.
No sé si sus tiempos de académicos quedaron atrás, no sé en qué año quedaron sus últimas lecturas sobre el mundo económico y financiero, pero sin duda alguna alegar que las sanciones impuestas por Estados Unidos no han sido causa del detrimento de lo que vive hoy la República, me parece la mayor torpeza e ignorancia que puede tener un académico, o queriendo ser más realistas, vemos el reflejo de un cinismo desmedido para justificar a los intereses que hoy sirven.
Negar el impacto de las sanciones sobre la vida del país, es en el menor de los casos un ejercicio de obstinación política. Si observamos el daño de las sanciones de una manera absoluta, vemos que son la más completa negación de la libertad en sus términos más generales.
Tomando como referencia al Premio Nobel de Economía, Amartya Sen, quien relaciona directamente el grado de libertad de los individuos con su ámbito de desarrollo económico, la libertad entendida como capacidad, cuando poderes fácticos cuestionan y coartan esa libertad, el nivel de vida se ve irremediablemente afectado. Para Sen, el vivir con dignidad significa en la práctica, la negación de todas aquellas consecuencias que nuestro país ha vivido desde que se comenzó con este infame bloqueo. Las capacidades venezolanas se han visto vulneradas contradictoriamente amparada en conceptos como libertad o democracia.
Entre 2007 y 2008, el PIB de Venezuela oscilaba en más de 300.000M.$, el país contaba con una capacidad inmensa. Para 2007, Venezuela exhibía un ingreso petrolero de 2 millones de barriles de petróleo que se trazaban con países tales como China, Estados Unidos, India. Los ingresos petroleros también permitieron a Venezuela aumentar sus reservas internacionales, que alcanzaron su nivel máximo en 2008, cuando se ubicaron en US$43.127 millones.
Cuando revisamos el comportamiento económico de cualquier país, el financiamiento internacional es recurrente, los mismos Estados Unidos poseen una relación de deuda de su PIB superior al 131%, Japón en 266%, Portugal e Italia con 137%. Mientras que a Venezuela se le prohibió su capacidad de refinanciar la deuda de su principal fuente de ingresos como lo es PDVSA, la cual, genera y ha generado históricamente el 95% de los ingresos en divisas en el país.
Nada más cobarde que el capital. Ninguna economía del mundo va a querer transar negocios con un país que está siendo atacado por una potencia económica, un país sancionado se convierte en un problema inmenso para realizar operaciones petroleras, gasíferas, mineras, entre otras.
Las sanciones en sí mismas son un acto criminal, estas ni siquiera permiten que un socio comercial puede atreverse a hacer negocios con Venezuela sin que sus cuentas sean automáticamente bloqueadas.
Directamente en lo social, el bloqueo de Estados Unidos contra la industria petrolera, la importación de alimentos, medicinas, insumos y repuestos básicos, erosionan el sistema hospitalario, el valor de la moneda y el salario, y el abastecimiento de combustible, alimentos y medicinas.
La escalada del bloqueo contra las fuentes de ingresos nacionales, principalmente PDVSA, y contra los fondos y activos de la República en el extranjero, han provocado una severa caída de las reservas y rentas nacionales, impidiendo la inyección de recursos necesarios para sostener los servicios básicos y distribuir alimentos y medicinas a precios no especulativos.
En el año 2018, el experto independiente de la ONU, Alfred de Zayas, publicó un informe que registra el impacto del bloqueo sobre la población venezolana, indicando que tales acciones podían representar crímenes de lesa humanidad.
En 2019 el centro de investigación estadounidense Center for Economic and Policy Research (CEPR) publicó un informe, a cargo de los economistas Mark Weisbrot y Jeffrey Sachs. El CEPR determinó que el bloqueo ha provocado unas 40 mil muertes en Venezuela entre 2017 y 2018, debido a los obstáculos generados a la importación de medicinas, alimentos y otros insumos vitales para la vida de la población.
En esta misma semana, la relatora especial de la ONU, Alena Douhan reconoció que el endurecimiento de las sanciones han socavado el potencial impacto de las reformas económicas así como la capacidad del Estado para implementar proyectos sociales, asegurando que dichas sanciones violan el Derecho Internacional.
Tal parece que todos estos elementos que hoy mantienen asfixiada la economía venezolana, los «expertos económicos» los pasan por alto. A «sesudos» del mundo económico se les olvidó aclarar todo lo que implica una sanción económica y lo que eso puede influir en el día a día del pueblo venezolano.
¿Es mera prepotencia no identificarse con lo que el pueblo venezolano sufre con un bloqueo injusto e ilegal o forma parte de un guión ya orquestado del que hoy ciertos «académicos» son voceros? ¿Es acaso casualidad que los que se definían como «antiimperialistas» y «antiyankees» hoy coincidan con las palabras de un criminal como Elliott Abrams?
A Venezuela se le ha impuesto un sistema coercitivo, inmoral y carente de toda ética, por más que las corporaciones mediáticas se esfuercen en darle una capa de barniz humanitario. La realidad golpea mucho más fuerte que cualquier matriz de opinión impuesta. La situación venezolana puede ser analizada desde la teoría de justicia de Rawls, la de igualdad de recursos de Dworkin, la concepción libertaria de Nozick, entre muchas otras y se observará como sus postulados principales son violentados por estas medidas unilaterales impuestas por el gobierno estadounidense.
HUGBEL ROA
@hugbelpsuv