El salario en Venezuela y la demagogia de los oportunistas | Por: Elio Córdova Zerpa

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El debate en materia económica acapara la atención de todo el pueblo. La recién rescatada Comisión de Finanzas y Economía de la Asamblea Nacional, encabezada por el camarada Jesús Faría, se convierte en el epicentro de una discusión en la que el salario de la clase trabajadora reviste de especial interés, dado el deterioro significativo que ha tenido el poder de compra en los últimos años.

En este sentido, es menester señalar que los problemas económicos no se resuelven con decretos o leyes, ni mucho menos, con “buenos deseos”. Es necesario comprender en su justa dimensión la complejidad a la que nos enfrentamos para hacer uso eficiente de los diversos instrumentos de política económica que nos permitan superar las adversidades que aquejan a nuestra economía.

La actividad económica registra una contracción del Producto Interno Bruto durante siete (07) años de forma consecutiva. ¿Qué significa esto? Una reducción dramática de la esfera de la producción, generándose así, un fuerte desequilibrio en el mercado interno, conocido en economía como un déficit de oferta agregada. Ello constituye una fuerte presión de carácter estructural en la formación de precios, facilitando el camino para que se instaure el proceso de inflación -cáncer tipo I- y posteriormente -de no corregirse con una política económica acertada-, el fenómeno en cuestión se transforma a una fase superior más agresiva conocida como hiperinflación -cáncer con metástasis-.

El fenómeno de la inflación-hiperinflación castiga inclementemente a toda la población asalariada. Merma significativamente su capacidad real para satisfacer necesidades mínimas de subsistencia. La pulverización del salario es el resultado directo del proceso -aún latente- de hiperinflación, concatenado a la inestabilidad cambiaria -depreciación del tipo de cambio. Todo ello circunscrito a un escenario de saboteo y conspiración nacional e internacional -guerra económica- que recrudece con ferocidad el deterioro del salario real.

¿Qué hacer?, ¿Bajar los brazos? ¿Dejar a la buena de Dios a la clase trabajadora?. Esa no ha sido precisamente la política del gobierno revolucionario. Hasta el momento, las políticas instrumentadas han sido clasistas, orientadas a garantizar el bienestar colectivo con especial énfasis en los sectores más vulnerables de la población. En virtud de lo cual, resulta irresponsable plantear al país salidas a la crisis desde la subjetividad o desde la demagogia.

Obligatoriamente la tarea del equipo económico pasa por estabilizar las variables macroeconómicas -hiperinflación, PIB, balanza comercial, con el objeto de generar condiciones que permitan impulsar la producción nacional, garantizando condiciones reales y objetivas para recuperar el salario de nuestra clase trabajadora. Emulemos al Comandante Hugo Chávez, quien a pesar de la adversidad a la que nos enfrentáramos expresaba con palabras llanas y concretas para preparar a la base militante y unidos poder sortear la complejidad.

¡Sin producción no hay paraíso! ¡Para vencer, necesario es producir!

 

Elio Córdova

 

 


 

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