El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, se supera con cada nuevo escándalo. Si no fuera por la tragedia sanitaria que atraviesa su país, el personaje causaría hasta risa, y no pasaría de ser un bufón atrevido. Pero en medio de semejante mortandad, lo que provoca son ganas de llorar. El mandatario, que calificó el mortal virus de la covid-19 como una «gripezinha», ahora llama maricones a quienes se preocupan por hallar solución a este flagelo sanitario.
En un extraño cóctel de homofobia con negacionismo, Bolsonaro ofrece su peculiar receta para «solucionar» la pandemia: hay que dejar de ser un país de «maricas».
«Todo ahora es pandemia, hay que terminar con eso. Lamento por los muertos. Todos vamos a morir algún día, aquí todo el mundo morirá. No sirve escaparle a la realidad. Hay que dejar de ser un país de maricas. Tenemos que enfrentar a la pandemia de pecho abierto, luchar», expresó el polémico mandatario.
De esta manera, el jefe de estado brasilero elude olímpicamente su responsabilidad con el caos sanitario que vive su país. Producto, fundamentalmente, del negacionismo. Brasil es uno de los tres epicentros mundiales de la pandemia detrás de EE.UU. y la India. El gigante amazónico registra cerca de 5.7 millones de personas infectadas. Y tiene además la terrible cifra de 162.802 ciudadanos fallecidos, la segunda más alta en el mundo.
Gobernar con odio
Pero no se limitó a realizar comentarios homofóbicos y negacionistas. Seguramente, basado en su fanatismo religioso, amenazó a sus seguidores a que lo apoyen. En tal sentido, advirtió que no pueden pedirle que deje de gobernar sin odio, porque eso también es de «maricones».
«Ahora vienen queriendo un centro, sin odio para allá, sin odio para acá. Odio es cosa de maricón. En mi época, el bullying en la escuela terminaba en pelea. Ahora, decirle gordo a alguien es bullying. Tenemos cómo cambiar el destino del país«, subrayó afianzando el tono homofóbico de sus declaraciones.
Advirtió que si no le apoyan, correrá el mismo destino de Mauricio Macri en Argentina. Por lo visto a pesar de su pensamiento delirante, Bolsonaro tiene destellos de claridad, y empieza a visualizar, que más temprano que tarde, el noble pueblo brasilero le va dar un puntapié directo al trasero. Ya pasó en Argentina, ciertamente, y también en la Bolivia de la usurpadora Jeanine Yáñez. Como dice el refrán la mentira tienen patas cortas.
País de maricas
Asimismo, las polémicas declaraciones de Bolsonaro generaron indignación en redes sociales. Decenas de usuarios de Twitter publicaron cientos de mensajes de apoyo a la población LGBTI, con la etiqueta #SomosTodosMaricas.
«Si Brasil fuera un país de ‘maricones’ no tendríamos un presidente genocida que conmemora la muerte de un brasileño, que impide el desarrollo de una vacuna, que empuja a la muerte a más de 160 mil personas y que ha hundido nuestra economía», escribió el usuario Fábio Felix en su cuenta de Twitter, y completó: «Por más maricones y personas LGBT en el poder«.