Audacia temeraria entrever lo que nos deparan las próximas tres décadas. Irresponsabilidad suma no intentarlo. La práctica confirma o destruye hipótesis, pero primero hay que formularlas. Corramos el riesgo.
Naturaleza y recursos. La lista de recursos de Venezuela explica la avidez del capitalismo transnacional por arrebatárnoslos. Disponemos del Lago de Maracaibo, la mayor reserva de agua dulce de América Latina; antes de tres décadas debemos purificarla. El Orinoco es el cuarto río suramericano en longitud y el tercero más caudaloso del mundo; en treinta años nuestro sistema hidrográfico se habrá incrementado con reforestación y protección contra la tala indiscriminada. Tenemos hierro, aluminio, cobre, bauxita, la primera o segunda reserva de oro global, que será el respaldo del nuevo sistema monetario mundial. La quinta parte de la energía fósil del planeta es nuestra. Según British Petroleum, la Agencia Internacional de la Energía y la OPEP, el mundo pasó o está a punto de sobrepasar el “pico de los hidrocarburos”, a partir del cual su extracción requerirá cada vez mayor energía y rendirá menos resultados, hasta un posible agotamiento en cuatro o cinco décadas. El petróleo es la sangre del Imperio. Hace más de un siglo la Historia Mundial es la de una rebatiña por la energía fósil. A menos que los enemigos de nuestro país entreguen gratuitamente todo su espléndido patrimonio a transnacionales exoneradas de pagar impuestos y de cumplir con normas laborales, sociales y ambientales, Venezuela será la clave planetaria en la dificilísima transición hacia un mundo sin energía fósil.
Demografía y sociedad. Todavía hoy, nuestra demografía replica la de la Colonia: concentración en la Faja de la Costa y en los Andes, escasa población en los Llanos y la Amazonia. Desde 1951, la población rural es superada por la urbana, que suma hoy el 84,1%. El trabajo en las ciudades es fundamentalmente procesamiento de información. La mejora de las comunicaciones permite realizarlo a distancia, sin innecesaria aglomeración en el centro de las urbes. Sabias políticas socialistas de creación de polos de desarrollo interno atraerán trabajadores a los actuales desiertos demográficos. La Reforma Agraria integral repoblará los campos y asegurará nuestro abastecimiento autónomo. Dentro de una treintena Venezuela habrá pasado de ser un país de base demográfica ancha (preponderancia de niños y adolescentes sobre adultos) a uno de base estable, con equilibrio entre nacimientos y defunciones. Para entonces podemos prever una población de más de cincuenta millones de habitantes. La difusión de anticonceptivos y la elevación del nivel de vida evitará la excesiva expansión poblacional. Todavía disfrutaremos del llamado Bono Demográfico: aquellos en edad de trabajar serán más que los inactivos. La gratuidad en todos los niveles de la enseñanza y la extensión de la asistencia médica asegurarán una fuerza de cerca de una treintena de millones de trabajadores saludables, altamente calificados y productivos. Los enemigos de Venezuela intentarán destruir u obligar a esta fuerza a emigrar imponiendo en interés de las transnacionales remuneraciones por debajo del nivel de subsistencia, regímenes de inaplicación de derechos laborales, sindicales, culturales y ecológicos, y obligándolos a pagar con el IVA los impuestos que el capital foráneo sea exonerado de cancelar. Un simulacro no violento del 27 de Febrero pondrá de nuevo las cosas en su lugar. La automatización de gran parte de las labores no creativas facilitará constantes disminuciones de la jornada de trabajo, así como alzas de remuneraciones y prestaciones laborales. El ocio de una población con alto grado educativo estimulará la creatividad y el desarrollo de estilos de vida y tecnologías que permitirán adaptarse al progresivo agotamiento de la energía fósil.
Economía y finanzas. El trabajo crea toda la riqueza, toda la riqueza debe remunerar al trabajo. En treinta años –o mejor mañana- el aparato productivo será de propiedad social de quienes lo hacen producir. La plusvalía dejará de ser devorada por la burguesía parasitaria nacional y transnacional. En lugar de ello, remunerará el trabajo, costeará la educación, la salud, la investigación científica, el ocio creativo. Si quedaran vestigios de explotación capitalista, su producto será redistribuido mediante impuestos regidos por los principios constitucionales de territorialidad y progresividad: las rentas producidas dentro de nuestro territorio pagarán impuestos en él (y no en Paraísos Fiscales o en el país de origen de las transnacionales), sus tasas crecerán proporcionalmente al monto del beneficio. Se aplicará estrictamente el principio del artículo 301 de la todavía vigente Constitución de la República Bolivariana de Venezuela según el cual “No se podrá otorgar a personas, empresas u organismos extranjeros regímenes más beneficiosos que los establecidos para los nacionales”. Su infracción acarreará pérdida de la nacionalidad.
La informática permitirá, no sólo agilizar, simplificar y hacer instantáneos todos los trámites administrativos, sino además llevar un control previo, concomitante y posterior, pormenorizado, integral y en tiempo real de ingresos, bienes y gastos públicos, con énfasis en el cumplimiento de metas, programas y objetivos previstos en el Presupuesto. La gestión pública será evaluada mediante indicadores numéricos precisos. La capacidad de las computadoras cuánticas para descifrar cualquier clave posibilitará controles continuos, exactos e integrales sobre el patrimonio de los administradores, que localizarán las corruptelas en sus inicios, confiscarán los botines y los dedicarán a finalidades de interés colectivo.
Con las sumas que antes se evaporaban en corrupción se costearán las iniciativas indispensables para la Venezuela potencia. Soberanía alimentaria. Soberanía naval sobre nuestras costas, mar territorial, zona contigua y comercial. Soberanía científica y tecnológica. Sistema integral de represas para regadío y electrificación. Desarrollo de zonas con recursos mineros, comunicacionales, turísticos, estratégicos y comerciales con recursos y personal estrictamente venezolanos, de acuerdo con nuestras necesidades y no las del capital transnacional.