El canciller venezolano, Jorge Arreaza, calificó de “insólita” la posición de Colombia respecto a la solicitud e diálogo hecha por Venezuela.
El jefe de la diplomacia nacional contestó un mensaje en twitter de la cancillería colombiana en el que apuntó que su colega neogranadina solo contesta con “un guión primitivo, irresponsable e ideologizado” respecto a nuestro país.
Arreaza apunta que Bogotá no parece interesada en buscar canales de comunicación solicitados formalmente en el contexto de la incursión de grupos del narcoterrorismo colombiano en Apure.
A pesar de la elocuencia de las pruebas que revelan que Venezuela es víctima de una agresión de grupos irregulares del vecino país, la administración de Duque insiste en remarcar que Caracas los acoge complacientemente.
Los operativos de la FANB en la zona le ha costado la vida de 8 oficiales, y aun así el gobierno colombiano insiste en convencer a su población y opinión pública internacional de que Venezuela sostiene alianzas con grupos armados dedicados al narcotráfico.
Respuesta “insólita”
La canciller del vecino país responde a la solicitud de diálogo hecha por Caracas con descalificaciones al margen de la conducta diplomática.
En un mensaje de poco más de un minuto, Claudia Blum contesta a nuestra cancillería con los lugares comunes del discurso antivenezolano.
Al mismo tiempo la cancillería colombiana pretende rebajar mérito a los operativos militares venezolanos en contra de los grupos narcoterroristas provenientes de su país; y despacha esta situación como una maniobra del gobierno del presidente Maduro “para desviar la atención internacional”.
Desde Caracas denuncian que lo que sucede en Apure es una agresión enmascarada del gobierno de Duque. La FANB asegura que la Fuerza Pública del vecino país no persigue a los grupos irregulares que huyeron hacia Colombia; lo que configura la sospecha de que estaríamos ante un formato de guerra tercerizada.
Al mismo tiempo Venezuela solicitó apoyo de las Naciones Unidas para el desminado de nuestro territorio. Los grupos del terrorismo colombiano, en su repliegue, han sembrado estos explosivos antipersonales que son considerados como crímenes de guerra.