Juan Guaidó sigue fingiendo demencia y actúa como si la fantasía del interinato ya no fuera una trama desgastada.
El problema de él es que su fantasía es una locura bastante cara y que no causa ningún tipo de encanto útil.
Un portal por encima de toda sospecha de ser un alfil de la comunicación chavista, reveló que el parlamento paralelo de Guaidó “aprobó el martes 8 de febrero, la extensión del contrato de agencias de servicios financieros suscrito entre el llamado gobierno interino, por medio de la Comisión de Administración del Gasto, y una financiera norteamericana con el objetivo de terminar de ejecutar los 80 millones de dólares del fondo especial de emergencia”.
Esta decisión la tomó un grupo reducido de la anterior Asamblea a través de una reunión digital.
Sin aval de buena reputación
La agencia de servicios financieros a la cual se le extiende el contrato ya suscrito el año pasado es BRV Administration Co. LLC, una empresa sospechosamente creada un par de meses después de que la AN pasada aprobara la “Ley Especial del fondo para la liberación de Venezuela y atención de casos de riesgo vital” con un monto de 80 millones.
Esta firma se habría registrado en el estado de Delaware en EE.UU. el 21 de mayo de 2020; y según apunta el portal que da cuenta de esta información, es tan nueva que no tiene siquiera “aval de buena reputación”.
Los servicios de BRV Administration Co. LLC costarían 1 millón 250 mil dólares la administración, 175 mil dólares la distribución y 681 mil dólares la auditoría.
Todo esto para poder acceder a 80 millones de dólares bloqueados que son del estado venezolano y depositados en entidades de los EE.UU.
¿Para qué quieren ese dinero?
La pregunta general es qué hará Guaidó con ese dinero, considerando que no ha rendido cuentas a sus propios socios de lo que ha hecho con otros recursos administrados en su opaco interinato.
Todavía está fresco en el imaginario venezolano el ofrecimiento que hizo de 100 dólares mensuales al personal médico, y del cual nadie sabe hasta ahora quién lo recibió.
Incluso todavía gravita entre sus aliados la inquietud de adónde fue a parar el dinero que debía ser para el pago de sueldos a diputados.
Además de la gravedad de seguir tramando maquinaciones para disponer del dinero de los venezolanos, preocupa la continuación de la trama del interinato, sin que al menos le llame la atención que para sus aliados europeos no es ya “un presidente” sino un “portavoz privilegiado” y que países como Panamá ya no reconocen a su “embajadora”.