Fiscalía de EE.UU. revela intenciones criminales de asaltantes al Capitolio

La Fiscalía estadounidense tiene la convicción de que algunos de los tomistas del Capitolio de EE.UU. tenían intenciones criminales. La parte acusadora determinó que los seguidores de Trump que asaltaron el Congreso irrumpieron en el lugar con la intención de “capturar y asesinar a funcionarios electos”.

El 6 de enero, la élite de Washington sintió un frio mortal en los huesos, cuando vio en casa “la misma visión hermosa para contemplar” de los autonomistas hongkoneses que destrozaron el parlamento local.

Entre la multitud de “terroristas domésticos”, como ahora llaman a los seguidores de Trump, destaca Jacobs Chanley, quien terminó a la postre como el ícono de una insurrección de cavernícolas primitivos con su vestimenta de pieles de búfalo.

¿Se hace el loco?

Si bien las autoridades le describen como un hombre trastornado, al menos en el Capitolio tenía la conciencia de dónde estaba el poder, ya que llegó a posarse en el escritorio de Mike Pence en el senado.

Según la fiscalía, las presuntas intenciones criminales de Chanley habrían quedado reveladas en un mensaje que dejó escrito al Vicepresidente. En esta misiva le habría dicho que “es cuestión de tiempo, la justicia está llegando”.

Con esta declaración de fe en la justicia trumpista, la parte acusadora expresó en una declaración que: “Hay pruebas sólidas, incluidas las propias palabras y acciones de Chanley en el Capitolio, que respaldan que la intención de los alborotadores del Capitolio era capturar y asesinar a funcionarios electos del Gobierno de EE.UU.”.

¿Armados de buenas intenciones?

La sospecha de que los tomistas de Trump estaban inspirados a actuar violentamente no es una conjetura de las autoridades. Si bien Chanley vestido de búfalo terminó siendo el ícono de una rebelión pintoresca al estilo cavernícola; lo cierto es que muchos de ellos no entraron con mazos o garrotes, sino con fusiles de asalto.

Aunque estar armados es un derecho constitucional, la escena rabiosa de la toma del Congreso de EE.UU. no parecía precisamente la misión heroica de un pueblo para proteger a los legisladores.

 

 


 

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