Fidel y Chávez: el maestro del tiempo y el retador de los tiempos

26 años hace de aquella noche impostergable para Latinoamérica. A las 9:40 p.m. se dió el primer contacto de lo que sería la conjunción inquebrantable de dos humanidades nacidas para trascender y determinar la historia en un antes y un después.

Horas interminables de conversaciones iniciadas al atardecer y culminadas al cantar del primer gallo, dos universos que se encuentran al llamado de un tiempo histórico, el maestro del tiempo y el retador de los tiempos, Fidel y Chávez.

Cuánto surgió de aquel encuentro. Dos revoluciones que sin duda cambiaron la geopolítica, para dar vida y movimiento a realidades que se mecían en el silencio impuesto por los halcones.

Venezuela se convirtió para Cuba en un amor, cuna de solidaridad, hermandad verdadera. Cuba para Venezuela fue desde entonces posibilidad, sueño concreto, ejemplo permanente.

Desde el Aula Magna, Chávez dio su principal discurso en esa primera visita del 94, en la que conoció Cuba a nombre del Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR-200); siendo atendido por Fidel como a un jefe de Estado:

“Algún día esperamos venir a Cuba en condiciones de extender los brazos y de mutuamente alimentarnos en un proyecto revolucionario latinoamericano, imbuidos como estamos, desde siglos hace, en la idea de un continente latinoamericano y caribeño integrado como una sola nación que somos (…)¡Tantas cosas que se agolpan en la mente, tantos recuerdos, tantas veces soñar con Cuba, estar en Cuba y, al fin, estar aquí!”.

Fidel entonces alude a la valentía de Hugo Chávez al decidir visitar a Cuba y reconoce el papel del MBR-200 para los tiempos futuros: “Cuando llegamos a conocer con precisión los hechos, era imposible que no viéramos con simpatía y con admiración lo que habían hecho y, sobre todo, valorábamos de manera extraordinaria esas ideas bolivarianas que se habían recogido (…) Puede decirse que la historia de Venezuela comenzó a cambiar, porque muy importantes acontecimientos ulteriores se producen a partir de aquel momento”.

Años después, en una de aquellas madrugadas infinitas, nació el ALBA. Un sueño abierto en el horizonte, al que ambos con su decisión, entereza y visión avanzada hicieron palpable en jóvenes del mundo que se encontraron para el estudio, en alfabetizadores enseñando a la abuela sus primeras letras, en el niño que logró ver los colores al recuperar la vista en manos de médicos cubanos.

El ALBA planteó al mundo una posibilidad. La unidad de los pueblos va más allá de los tratados de integración fríos y lejanos. La unidad de los pueblos es surco de amor común en el alma de hermanos que combaten por la misma historia de dignidad. Es voluntad que se concreta.

El encuentro entre Fidel y Chávez no fue cualquier encuentro. 26 años de aquel momento es poco decir para una historia que pareció hilarse con siglos de acontecimientos que revirtieron los tiempos futuros.

El tiempo en Fidel y Chávez es inconmensurable. Ambas visiones que trascienden siglos, se mantienen firmes por la salvación de la vida en el planeta que es lo que hoy nos convoca como humanidad. Ambas vidas son ejemplo incalculable para la consecución de ese camino.

 


 

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