Entonces, en EE.UU. hay ¿democracia o plutocracia? | Por: Freddy J. Gutiérrez González

A partir de Noam Chomsky

Primeramente les envío un afectuoso saludo revolucionario a mis apreciados lectores. Me motivé a escribir esta columna, dada la coyuntura actual que se está observando en el mundo, donde se puede ver cómo en medio de roces entre dirigentes de países se asoman intentos de guerra. Por ello, hoy es vital para mi traer al debate el tema de la democracia (de la verdadera), ya que esta forma de gobierno sería la primera en ser eliminada del planeta si se implementa lo que por ahí se escucha como Nuevo Orden Mundial; que no es otra cosa que la concentración del poder en supercorporaciones manejadas por unos pocos. Sin ser fatalista, sino realista, necesito decirles: lo que está en juego no es otra cosa que el sistema de vida de todos (as).

Es por ello que, una vez que me topé con contenidos del intelectual, politólogo y activista estadounidense, Noam Chomsky, un pensador que invita a la reflexión sobre las acciones del poder y la política al analizar el impacto que tienen en el mundo; se despertó en mí la iniciativa del comunicador político. En uno de los libros de Chomsky, llamado Miedo a la democracia, se pueden apreciar esbozos de cómo suele actuar la “democracia” estadounidense y los contrastaré con videos alusivos que nos permitirá “viajar” entre el pasado y épocas más recientes.

Como preámbulo, les dejo un pensamiento de nuestro Libertador Simón Bolívar: “Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a plagar AL MUNDO de miseria en nombre de la libertad”. Es así como luce paradójico que la nación que se expone a nivel mundial como la máxima representación de la democracia, sea su mayor enemiga.

Históricamente, la política sistemática de los Estados Unidos (EE. UU.) establece el control que debe tener una clase privilegiada sobre los recursos del país y que puede movilizarlos en función de sus intereses particulares. Este accionar se justifica con una auto pretendida superioridad moral, intelectual y racial, la cual expresan con argumentos tales como “el poder debía estar en manos de la «aristocracia natural»” algo en lo que creían Jefferson y Madison dos de los “padres fundadores” o simplemente como lo expresaba Jhon Jay (político y jurista estadounidense, primer presidente de la Corte Suprema de los Estados Unidos) bajo la frase: “quienes poseen el país deben gobernarlo”.

Se puede entender que, a pesar de los principios de la Ilustración (un movimiento científico e intelectual del siglo XVIII en Europa, que pretendió promover la educación, la ciencia y el saber a través del pensamiento), que pretendieron “guiar” el ideal de la revolución norteamericana, nunca se llevaron totalmente a la práctica, desarrollando un sistema político plegado a la conveniencia e intereses de una “aristocracia”, en la cual, la participación popular se limitaba a ejercer el sufragio (que no era ni es actualmente universal), para “elegir” algunos de los miembros de la clase privilegiada.

Desde esos antecedentes, es que la clase política y empresarial norteamericana considera como “una seria amenaza a sus intereses” cualquier manifestación de los valores democráticos que impliquen organización popular e igualdad de derechos. ¿Les suena familiar esa frase? De este modo, podemos ver como esa ha sido la filosofía que ha regido y rige actualmente la acción política y estratégica de los Estados Unidos, tanto a nivel interno como a nivel internacional.

Con el fin de reforzar lo anterior y percatarnos de que nada ha cambiado para mejor desde entonces, en un reciente video publicado el 9 de marzo de 2021, llamado: “EE. UU. no es una democracia, es una plutocracia”, Chomsky señaló algunos detalles de importancia: “ahora, el poder para los Estados Unidos, es como una sociedad dirigida por empresas corporativas; actualmente el 70% de la población estadounidense no tiene influencia sobre las políticas que se implementan, sólo el 1% de la cima lo tiene, por ello no les interesa votar; la concentración del poder privado conlleva al deterioro de la democracia y, cómo podemos ver en la actualidad, destruye la economía”.

Es así como trasfondos para entender la actualidad hay –y bastantes–. Por ejemplo, tras el fin de la Primera Guerra mundial, “los Estados Unidos se convirtieron por vez primera en una potencia global de influencia decisiva”; anterior a este periodo el accionar de este país estaba más limitado a lo que consideraba su “área de influencia”, expresada en la Doctrina Monroe, esto se manifestó debido a las acciones que emprendió contra Rusia tras la revolución, “no a causa del poder ruso, que era insignificante, sino a causa del desafío ideológico «para la propia supervivencia del orden capitalista» (Gaddis). La respuesta a un reto de esta magnitud y su importancia no dejaban dudas y fue claramente formulada por el senador Warren Harding, que pronto sería elegido presidente: «El bolchevismo es una amenaza que debe ser destruida… la bestia bolchevique [ha de] morir»”. Lo anterior motorizó el apoyo norteamericano a los movimientos anti-bolcheviques a nivel global, desde Rusia, pasando por Europa y Latinoamérica.

Otro ejemplo destacado de esto, es su accionar en Italia después de la guerra. En este país europeo comenzó una “creciente militancia obrera”, por lo que “Italia planteó «el obvio peligro de la revolución social y la desorganización», según determinó una investigación de alto nivel llevada a cabo por la administración Wilson en diciembre de 1917. «Si no andamos con cautela nos encontraremos con una segunda Rusia en las manos», observó en privado un funcionario del Departamento de Estado, añadiendo: «Los italianos son como niños» y «deben ser [guiados] y ayudados más que cualquier otra nación». Los Camisas Negras de Mussolini resolvieron el problema con la violencia. Llevaron a cabo «una excelente y joven revolución», observó con aprobación el embajador norteamericano refiriéndose a la marcha de Mussolini sobre Roma en octubre de 1922, que puso fin a la democracia italiana.”

Respecto a lo anterior ¿Cuáles fueron las consecuencias? Que la represión desatada por el gobierno fascista aniquilo la “agitación obrera”, “y se acabó con la desviación democrática. Los Estados Unidos observaron con aprobación. Los fascistas son «tal vez, el factor más poderoso en la represión del bolchevismo en Italia»”. Un aspecto a destacar fue la entusiasta participación de la AFL (American Federation of Labor / Federación Americana del Trabajo) que, en palabras de su Presidente Samuel Gompers, definía al fascismo como un movimiento “«capaz de una acción decisiva a escala nacional», que estaba «reconstruyendo rápidamente una nación de colaboradoras unidades de utilidad»”.

Este accionar ha definido la política exterior norteamericana durante todo el siglo XX hasta la actualidad, en donde han apoyado cruentas dictaduras presididas por personajes que fueron catalogados por el Departamento de Estado como “moderados”; entre éstos podemos encontrar a Mussolini, Hitler, Idi Amin, Suharto, entre otros. En el caso de Venezuela un “moderado” favorito de Estados Unidos fue el General Juan Vicente Gómez, gracias a su represión de toda forma de organización social que enfrentara los intereses empresariales norteamericanos y las ventajosas condiciones con que estas empresas disponían del petróleo venezolano. Así, “un diplomático norteamericano en Venezuela afirmó que «al peón indio» debería dársele «una forma de gobierno simple y paternalista», no una democracia formal. Por demás, elogió al dictador venezolano Juan Vicente Gómez, quien, ante el ejemplo de México, había «decidido juiciosamente que un despotismo benévolo era preferible a una democracia anárquica»”. Como puede apreciarse, son hechos que describen el accionar estadounidense al detalle.

Viniéndonos a años más recientes, en el video “Concentración del poder privado lleva al deterioro de la democracia” -publicado en el año 2019 por El Imparcial TV-, Chomsky expuso que “la administración de Bill Clinton eliminó una oficina gubernamental que defendía los derechos de los trabajadores” y que “actualmente el gobierno de Donald Trump hace lo suyo al rechazar que exista un problema real del calentamiento global, esto a fin de proteger los intereses capitalistas”. Como puede observarse, aunque Clinton pertenece al partido demócrata y Trump al republicano, es obvio a qué intereses responden.

Sobre lo anterior, Chomsky alega porque demócratas y republicanos pueden compaginar maravillosamente: “Mientras tanto, los que se llaman Demócratas son los que se llamaban antes Republicanos Moderados. Había… en los años 50… se decía que un Estado de un solo partido que tiene negocios con dos facciones sigue siendo una; pero ahora tiene una sola facción y no son los demócratas, son los republicanos moderados… Ahora los Republicanos es lo que llamamos una insurgencia radical que se opone a la política parlamentaria” (sobre en este nombramiento de insurgencia radical, Chomsky citaba a un diario conservador llamado Angeles Times); continuando: “y el gobierno se ha ido tanto a la Derecha que prácticamente se salió del espectro. Entonces tenemos estos gobiernos que dominan ambas cámaras en el congreso en las elecciones que han ganado y el Republicano no es un partido popular -—antes si, pero ya no—.” Al respecto, Chomsky alegaba que ambos partidos ahora están tan pendientes de enriquecer a los que ya son extremadamente ricos y de proteger el sector corporativo… que no tienen como obtener votos de la manera natural publicando sus programas. Como puede inferirse, es una de las razones por las que el pueblo estadounidense poco confía en la votación para lograr cambios estructurales en las políticas de su país.

Por otra parte, y no menos importante, Chomsky expone otro asunto que también propicia la polarización en su sociedad: “EE. UU. siempre ha sido una sociedad muy racista… si pensamos en los aspectos demográficos… la población blanca está por convertirse en la minoría”, y que, esto es algo sumamente preocupante para una fracción republicana radical, que lo que le queda es depender de instituciones religiosas o fundamentalistas –super nacionalistas- pero que nunca se han organizado como fuerzas políticas (ej. los cristianos fundamentalistas), sus integrantes que piensan del siguiente modo: “nos están sacando el País”… “no podemos… ya no está más en nuestras manos”… “los negros, los asiáticos, los hispanos nos están robando el país y nuestro país tiene que ser un hermoso país blanco, anglosajón… nos están robando”. ¿A qué le temen? ¿Acaso no nos han vendido a través del tiempo que su país es el perfecto “American dream” (o sueño Americano) y que todo el planeta debe aceptar su Hegemonía?

Francamente, no puedo imaginarme que hay en el alma de algunos estadounidenses que, en pleno siglo XXI, piensan de semejante manera. Nada más imaginen lo delicado y peligroso que es que, con esos pensamientos, en cada hogar de ese país, se puedan adquirir armas tan fácilmente como comprar caramelos en un quiosco de la esquina.

Bueno, ya hemos visto algunos lamentables resultados como los asesinatos ocurridos en ciertos colegios estadounidenses ejecutados a manos de sus propios estudiantes contra sus compañeros y profesores… The perfect American dream for Latin America, do you know? (El sueño americano perfecto para América Latina, ¿lo sabes?). Pero ese es otro tema y bastante álgido, por cierto. Gracias por su atención, ¡Qué tengan un productivo día!

 

FREDDY J. GUTIÉRREZ GONZÁLEZ

@freddygutierrezgonzalez

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