El presidente de los EE.UU. Joe Biden ordenó este jueves un ataque ilegal sobre territorio sirio con la supuesta intención de enviarle un mensaje a Irán.
La agresión norteamericana habría destruido instalaciones de una milicia proiraní en Siria. Así el nuevo inquilino de la Casa Blanca se apunta su primer acto de guerra y alarga la tradición imperialista de exhibir su poder a través de las piezas de artillería.
Consultado sobre qué mensaje quería enviar a Teherán con esta operación, Biden habría respondido que: “No pueden actuar con impunidad. Tengan cuidado”.
Según las razones norteamericanas para justificar esta operación militar ilegal era la de responder a los ataques recientes a instalaciones estadounidenses en Irak por parte de supuestas milicias adictas a Teherán.
Por su parte, desde Irán, respondieron a Washington remarcando que el ataque militar a Siria era una “clara violación de la soberanía e integridad territorial” de ese país.
Al mismo tiempo Irán les recordó que ello constituía una violación al derecho internacional, pero desde EE.UU. contestan a este tipo de acusaciones con la supuesta validez incontestable de su doctrina excepcional de que “para proteger a los estadounidenses”, el mandatario de ese país “tiene derecho a tomar una acción en el momento y de la manera que elija” como dijo la vocera de la Casa Blanca Jen Psaki.
Cambió el presidente pero no las costumbres
El balance del ataque ilegal, según el Pentágono, fue la destrucción por completo de 9 instalaciones y otras 2 de manera parcial. Supuestamente estos objetivos correspondían a los grupos Kataib Hezbolá y Kataib Sayid al Shuhada.
El ataque ordenado por Biden marca bastante rápido el ritmo de un desencanto general entre los que albergaban al menos una perspectiva de cambio en la política internacional de Washington.
La operación ilegal recuerda la continuidad de la era de Trump. La diferencia ahora solo sería que esta administración tendría mejores modales para disfrazar sus mismas malas intenciones.