Desperdiciar humanidad | Por: Roberto Hernández Montoya

Holocausto no es solo exterminar gente. Es también desvalorizar las, despreciarlas, envilecerlas. Está sucediendo a la vista de todo el mundo en El Salvador , por ejemplo. Se ha construido una megacárcel para depositar allí a delincuentes de las llamadas maras, Calle 18 y otras pandillas callejeras estructuradas desde Los Ángeles, California.

Capitalismo salvaje, cuando el neoliberalismo coge calle. Estas anomias —comportamientos delictuosos— proliferan como autodefensa ante una sociedad hostil y terminan integrando mafias de diversos estilos pero todas muy violentas que hasta se estructuran desde el Estado, como en Colombia bajo los gobiernos uribistas, paracos, bacrims (bandas criminales), narcotráfico, que pretenden invadir a Venezuela. Aquí tenemos bandas como la del Koki o El Conejo, El Tren de Aragua, del Llano, que han armado una red “ferroviaria” por el continente.

La visión de las autoridades estadounidenses es la policial más primitiva, que normalmente termina asimilada por las mafias.

El presidente salvadoreño Nayib Bukele, excéntrico y anómico, ha enfrentado a las maras mediante el viejo procedimientos nazi del campo de concentración, con cárceles fascistas en que no solo se encierra a las maras sino que se las humilla públicamente, exhibiéndolas en ropa interior y sometidas a condiciones inhumanas.

No, no pretendo que sea fácil enfrentar las maras. Solo pretendo que debe haber un modo humanista de atender el asunto, no a lo bestia como está haciendo Bukele.

El almacén de presos que armó Bukele en El Salvador es deleznable, genocida. En Venezuela tenemos otros enfoques para la recuperación de las cárceles, en donde se ha estado verificando un fenómeno de maras, trenes, carros, pranes, con no pocas vinculaciones con las guarimbas, pues la parte más violenta de la oposición venezolana ha adoptado un sistema de maras.

La anomia ha invadido también los medios de comunicación del mundo entero, con bulos, Fake News y demás. Del propio gremio periodístico deberá surgir una rebelión que limpie los medios de las maras comunicacionales, a menos que estén dispuestos a que desaparezca la profesión de comunicación social, fenómeno que ya comenzó, porque la gente cada vez ve menos esos medios. Yo ni los ignoro.

 

 

ROBERTO HERNÁNDEZ MONTOYA

@rhm1947

ÚN.


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