Ahora se entiende

Por: Alberto Aranguibel

Nunca tuvo sentido alguno que la más poderosa potencia militar sobre la tierra acusara de “amenaza” a un país de apenas treinta millones de habitantes como Venezuela. Todo parecía ser solo una maniobra mediática más para tratar de justificar ante el mundo cualquier acción de asedio y de agresión contra nuestra nación.

No parecía lógico que frente a la amenaza que representa por ejemplo Chile, que posee el triple del armamento aéreo del que posee Venezuela, jamás fuera señalado de ser ningún peligro para nadie.

Como tampoco lo ha sido Colombia, cuyo estamento militar está integrado por más de seiscientos mil hombres (siete veces más que Venezuela).

Ni mucho menos Brasil o Argentina, cuyas economías sostienen la más avanzada industria armamentista del continente, incluyendo astilleros, fábrica de aviones y tecnología de punta en comunicaciones.

Solo se justificaba tan delirante acusación si el propósito era otro de mayor importancia y significación que el de simplemente difamar a la Revolución Bolivariana.

Esa verdadera justificación de fondo ha aparecido a la luz pública en boca de todos los presidentes neoliberales del continente.

Para el mundo capitalista, consciente como está de su inexorable declinación histórica, era más que evidente que el resurgimiento de algunos gobiernos neoliberales en la región (casi todos surgidos de muy particulares crisis institucionales o legales, antes que de verdaderos triunfos electorales de carácter mayoritariamente populares) no garantizaba la consolidación del modelo capitalista.

Que más temprano que tarde los pueblos se levantarían contra las impopulares medidas económicas que estaban obligados a aplicar en cada uno de esos países, con lo cual un nuevo fracaso neoliberal en la región sería inevitable.

Solo acusando a una nación a la que se hubiera posicionado mediáticamente ante la opinión pública como “amenaza”, podrían intentar evadir su responsabilidad en esa nueva derrota, haciéndolo aparecer culpable del hambre y la miseria que solo el capitalismo causa.

Por eso cada uno de esos presidentes neoliberales que va cayendo en desgracia ante sus pueblos y ante el mundo, señala de inmediato a Nicolás Maduro como el culpable de tales padecimientos.

Desde el principio ese fue siempre el plan.

Ana Perdigón: